Si fuese extranjero me reiría del Perú y lo tildaría de republiqueta bananera; si fuese cínico repetiría con Martín Adán “hemos vuelto a la normalidad”. Pero como peruano demócrata siento ira al ver cómo el cinismo de tanta gente “de bien” les impide calificar a Vizcarra de autócrata miserable.
Hugo Guerra
Fritz Du Bois alguna vez dijo magistralmente: “Cada uno tiene derecho a cambiar sus ideas. Lo grosero es matarlas y no tomarse ni siquiera un tiempo mínimo de duelo por las creencias pasadas”.
En el 2021 no podemos esperar oidores metropolitanos que, al estilo de la colonia, vengan a poner en orden las trapacerías del virrey de turno. Con respeto por su calidad jurídica, ni la Comisión de Venecia y menos la OEA harán algo por sacar al Perú de la crisis política.
No voy a insistir con Vizcarra; como dice el cómico mexicano Fernando Córdova, “El imbécil espera tener éxito en el futuro y vive disfrutando su fracaso”. Pues bien, que el moqueguano disfrute por ahora.
Señor Vizcarra, funcionalmente sigue siendo usted presidente, pero moralmente está descalificado porque se ha convertido en traidor del Estado social y constitucional de derecho.
Pobre quien en sumisa entrevista al presidente de la República trata de instigarlo a reacciones virulentas porque alguien le vaticina que puede terminar su mal gobierno colgado de una farola. Pequeño escribidor, fui yo quien lo dijo en esta columna recordando las lecciones de la muerte del miserable golpista Tomás Gutiérrez en julio de 1872.
Esta vez no haré análisis político, sino réquiem anticipado de quien ya no merece respeto, su Excelencia, el presidente accidental, Martín Vizcarra. Aburrido en mi cama de recuperación reviso la historia de este arribista de la política.
La miseria moral de Martín Vizcarra ya está ampliamente demostrada, lo mismo que la erosión que premeditadamente le ha infligido al orden democrático y al desarrollo nacional. Por tanto solo cabe avanzar en la vacancia presidencial.
Es absurdo el “diálogo” planteado por el gobierno supuestamente para superar la crisis planteada por Vizcarra el 28 de julio.
Dialogar solo es posible si las partes aportan argumentos razonables y voluntad política de alcanzar acuerdos legales y legítimos. En este caso el oficialismo no tiene ni lo uno ni lo otro.
En julio del año pasado saludamos al presidente accesitario en la esperanza de que Vizcarra no sería peor que el vacado PPK. Hoy tenemos que repudiar al moqueguano por felón, traidor, incapaz y delincuente.
Penosas fiestas patrias: estamos en manos de un gobierno débil, corrupto e incompetente, dispuesto a mantenerse sobre la base de la extorsión, el avasallamiento de poderes y el golpe de Estado.
El 25 se cumple el plazo de la amenaza presidencial de cerrar el Congreso si su reforma judicial y política no se aprueba. Sin embargo, la extorsión cada vez tiene menos posibilidades porque, como dicen los colombianos, el país está hecho un mierdero.
Desde que Vizcarra comenzó su guerra contra el Congreso el Gobierno se volvió autoritario con afanes golpistas. A partir de la extorsión contra los magistrados que debían conocer la casación sobre el caso de Keiko Fujimori, el régimen ha cruzado el límite y hoy estamos sometidos a métodos fascistas frente a los cuales debemos reaccionar con entereza y valor.
El régimen de Martín Vizcarra se está desmoronando tan aceleradamente que debe plantearse con urgencia su vacancia para impedir que el país termine gravemente afectado por la crisis económica, la corrupción gubernamental y el estallido de la crisis social.
Todos sabemos que la gestión del gobierno actual es una desgracia; pero la ignorancia de funcionarios como la ministra Montenegro nos lleva al borde del precipicio afectando a instituciones sagradas como nuestras Fuerzas Armadas.
Celebro la muerte de Marta Harnecker, la comunista chilena autora de “Los conceptos elementales del materialismo histórico” y coautora del Socialismo del siglo XXI junto a Heinz Dietrich Steffan.
Una semana después de abortado el intento golpista es hora de avizorar los términos en los que se dará el final de este pésimo gobierno.
Esta semana es definitiva: o derrotamos el intento golpista de Vizcarra, o el Perú vuelve al oscurantismo velasquista.