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Hugo Guerra

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Hace una semana nació la Coordinadora Democrática con un Manifiesto a la Nación Peruana que, en esencia, llama al rescate de los valores republicanos para enfrentar una crisis política innegable, que tiene factores no solo atávicos y estructurales, sino también polariza a los ciudadanos y pone en riesgo la ya precaria estabilidad del sistema democrático.

En cuarenta años como observador de la realidad nunca había visto la imposición de la ruindad humana como regla fundamental del quehacer político.

La confesión tardía de Susana Villarán no solo la condena a ella, sino también a todo ese sector de izquierda arrogante y pretencioso que se autoconsidera “la reserva moral” del Perú. Su concepto de la política y sus métodos de copar el Estado, simplemente, dan asco.

La prensa en el Perú atraviesa por uno de los períodos más oprobiosos de su historia.

En la crisis política en curso se perfilan tres alternativas inciertas: el cierre inconstitucional del Congreso, la vacancia presidencial o la sobrevivencia errática de un sistema de gobierno podrido.

Conocí al presidente García en la Constituyente de 1978, él era un político fogueado, yo un reportero.

Por su propia incompetencia el Gobierno sigue desplomándose en las encuestas y, frente a ello, sus asesores solo atinan a disparar fuego a discreción: contra el Congreso, contra su propio Gabinete y contra una oposición que, por fin, estaría dispuesta a aleonarse.

Resulta escandaloso que el Gobierno esté gastando 1,650 millones de soles en consultorías; monto alucinante que –según precisa el congresista Víctor Andrés García Belaunde– equivale a 2.3 veces el presupuesto del Congreso, 2.5 el de la Contraloría, 2.6 el del Ministerio de Cultura, 21 veces el de la Defensoría, 25 veces el del JNE y 31 veces el del TC.

Desde hace meses hemos venido advirtiendo que la popularidad del presidente Vizcarra seguirá cayendo hasta desplomarse estrepitosamente.

El mejor tuit que he leído estos días es el de Alan García: “Error: No es el primer año de Vizcarra. Es el tercer año de Peruanos por el Cambio; es decir, el octavo año del humalismo: Sin rumbo y sin obras”.

Se cumple el primer aniversario del gobierno accidental de Martín Vizcarra, un año perdido en la gestión del Estado, malgastado en la construcción de la democracia, manipulado en la lucha contra la corrupción y pervertido por la persecución política contra los opositores.

Ayer juramentó Salvador del Solar como nuevo primer ministro, significa que al Gobierno le importa un rábano el futuro del país.

Mientras manipuladores conocidos alimentan los morbosos detalles del acoso sexual de Lescano a una periodista, está pasando piola la evaluación crítica del viaje de Vizcarra a España; sobre todo en torno a la aparente agenda secreta con empresarios en pleito con nuestro país.

Respeto la investidura presidencial, pero Martín Vizcarra es cínico. Se declara líder de la lucha anticorrupción y dice: "Las decisiones que tomemos tienen que conocerlas todos. No solo la Contraloría General de la República, sino medios de comunicación, la población y la sociedad civil. La transparencia permite que todos seamos vigilantes de los recursos del Estado…”:

Siento una profunda frustración por la indolencia con la que se está asimilando el acuerdo suscrito con la corrupta Odebrecht.

Ha ocurrido lo que denunciamos: por los daños en solo cuatro obras se debió exigir más de 3 mil millones de soles según cálculo del MEF, pero solo recibiremos unos 650 millones incluyendo impuestos.

El Gobierno tiene que retroceder si no quiere una revuelta nacional de gran envergadura. Si esta semana se atreve a firmar el acuerdo vendepatria con Odebrecht, el pueblo tendrá el derecho constitucional a la insurgencia. No puede permitirse esa estafa al interés nacional.

No hay mejor descripción de Martín Vizcarra que la ofrecida por el constitucionalista Domingo García Belaunde: “Tenemos un presidente que no tiene sentido de la realidad o que cae en el ridículo”.

Si en el Perú tuviésemos normas estrictas, quienes autorizaron y quienes negociaron el acuerdo vendepatria con Odebrecht ya deberían estar eventualmente fusilados por traidores.

Son demasiadas las mentiras detectadas en la negociación más entreguista de la historia después del Acuerdo Lavalle de 1883.

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