ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Jorge Morelli

Imagen

Disimulado entre paredes de texto sobre otros temas, en la Constitución Política del Perú duerme un dispositivo explosivo con mecanismo de relojería.

Puede volar pronto, dependiendo de que el sigilo logre hacernos llegar en amena polémica hasta las elecciones de enero sin que nadie advierta la presencia de esa lotería del desastre.

Hoy en la Argentina gana Macri, ha dicho el famoso periodista argentino Gabriel Lanata. “Gana Macri. Esto se da vuelta. Guarden este tuit”, dice. Tiene razón a medias. Pero no es Macri el que gana, sino el peronismo el que hoy perderá. Si se ve forzado a ir a la segunda vuelta, incluso si gana el gobierno, pierde el poder.

De guiarse por las encuestas, Evo no alcanzaría hoy en las elecciones bolivianas el 50 por ciento de los votos. Ni conseguiría los diez puntos de distancia sobre Carlos Mesa para ganar en primera vuelta. Según la agencia EFE, Evo tiene 30 por ciento y Mesa 27 por ciento del voto. Bolivia iría a la segunda vuelta, entonces.

El resultado de las elecciones en Bolivia en un semana, el próximo domingo 20 de octubre, va a tener un impacto decisivo en nuestras elecciones del 26 de enero.

La izquierda quiere una Constitución propia y para eso tratará de convertir el Congreso de año y medio en una asamblea constituyente. Lo que quiere es abolir el capítulo económico de la Constitución, el principio de que la iniciativa privada es libre. Por años nos hemos negado a considerar siquiera la cuestión. Ya no hay nada que temer.

La izquierda radical quiere una nueva Constitución y para eso necesita convertir el Congreso de año y medio en una asamblea constituyente. Lo que quiere es abolir el capítulo económico de la Constitución, porque se basa en el principio de que la iniciativa privada es libre.

No hay 87 votos para vacar la Presidencia de la República otra vez. Y tampoco hay 87 votos para elegir al Tribunal Constitucional. Al no haberlos, la elección este lunes puede ser un fiasco.

Los mineros creen tener toda la legitimidad de su lado porque el Perú vive de la minería y, sobre todo, por el desprestigio masivo del Estado peruano ante sus ciudadanos a causa de nuestra democracia de baja gobernabilidad.

Pero los mineros necesitan cambiar. Y parecen aferrados a un orden de cosas que ya no existe.

El Nuevo Herald de Miami ha publicado hace poco un formidable artículo que circula en las redes. La publicación demuestra al fin, palmariamente, cuál fue exactamente la naturaleza del vínculo entre Odebrecht y La Habana.

Ante el enemigo que toca las puertas no basta una estrategia defensiva de la Constitución y la República. Hace falta pasar a una estrategia ofensiva. Lo primero es identificar correctamente al enemigo. Las guerras se pierden por luchar contra el enemigo equivocado.  La estrategia ofensiva debe asumir la realidad.

Según revela Reuters, el consejo de Fidel a Hugo Chávez fue “garantizar el control absoluto de los militares”. De allí no hubo sino un paso a dos acuerdos firmados en mayo de 2008 que le dieron a Fidel el control absoluto de las fuerzas armadas de Venezuela.

Conviene despejar un malentendido que genera temor ante los pasos necesarios para una nueva política pública sobre la minería, que se exprese en la Ley. Tal vez incluso en la que el gobierno prepara, alternativa a la de los gobiernos regionales del Sur, que pretende entregar los recursos a los gobiernos regionales.

¿El Plan del Congreso es vacar la Presidencia en julio de 2020? En el último año del quinquenio la Constitución prohíbe disolver el Congreso y en julio de 2020, entonces, desaparece la espada de Damocles sobre el Legislativo y el Gobierno queda a su merced.

Donald Trump ha ofrecido a Dinamarca comprarle Groenlandia.

Según el Wall Street Journal, Harry Truman le ofreció a Dinamarca pagarle cien millones de dólares en oro por Groenlandia en 1946. Hoy el precio equivalente, según calculo de Market Watch, sería de 1,300 millones de dólares (obviamente, porque una onza de oro vale hoy alrededor de 1,500 dolares). Pero Dinamarca no vende.

Los dirigentes del conflicto en el Sur reivindican un supuesto derecho de soberanía de los gobiernos regionales a las tierras que se hallan sobre los recursos naturales. No tienen ningún interés, en cambio, en defender el derecho de propiedad de los peruanos que ocupan esa tierra.

El viejo truco ya lo conocía Aristóteles y le llamó demagogia. “Gobierno de la turba” lo rebautizó Polibio un siglo después. Hoy se llama "posicionamiento permanente". Nosotros no llamamos a las cosas por su nombre.

El retroceso del gobierno al suspender la licencia de construcción de Tía María lo ha despojado de autoridad. Pero su decisión -si cabe llamarla así- no debería sorprender a nadie. El cimiento político del gobierno de Martín Vizcarra es una alianza con los gobiernos regionales contra el Congreso. La licencia de Tía María reveló de pronto una grieta en esa alianza.

La frontera sur del Perú está amenazada por un proyecto geopolítico mientras nuestra clase política sigue en la discusión estéril sobre si es constitucional vacar de nuevo la Presidencia, disolver el Congreso o adelantar las elecciones.

PUBLICIDAD