ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Luis García Miró Elguera

Imagen
Luis García Miró Elguera

Ayer Castillo fue a la Fiscalía y guardó silencio. Ayer, también, se oficializó la entrega de otro pez gordo de la organización criminal que, según la Fiscalía, lideraría Pedro Castillo.

El hundimiento de Castillo es evidente. Tras un año de calamitoso desgobierno y de institucionalizar una voraz cleptomanía -que ha destruido moral y económicamente al Perú- la ratas saltan de una nave hundiéndose.

Aparentemente, la capacidad de tolerancia del peruano es inconmensurable. Aunque todo apunta a que la procesión va por dentro y que, en cualquier instante, la paciencia vuele por los aires. ¡Y esa aparente serenidad, resignación o sosiego en que seguimos viviendo se transformaría en indignación, y finalmente en grave violencia!

La ilimitada inmoralidad e indecencia de un tipo como Pedro Castillo está causándole un daño incalculable a la sociedad peruana, acostumbrándola a pensar que ejercer el poder es sinónimo de robarle al país; y que se gobierna para satisfacer al ocupante de palacio a costa de sacrificar al ciudadano.

Lady Camones –en adelante Lady C-, flamante presidenta del Legislativo, tiene una prueba de fuego: hacer realidad que la subcomisión de Acusaciones Constitucionales someta mañana mismo a debate el acuerdo sobre la investigación realizada a la actual vicepresidenta del Perú Dina Boluarte, acusada de violar la norma vigente que prohíbe a los funcionarios del sistema electoral participar como cand

Sospechosa la “quietud” con que se desenvuelve Pedro Castillo, en medio de la cada vez más inminente corroboración de sus violaciones a la Constitución y a la ley; como a la comisión de delitos de corrupción (relatados por los testigos presenciales que hoy colaboran con el Ministerio Público, como Zamir Villaverde y Bruno Pacheco) adonde él aparece envuelto en condición de capo de una organizac

Comentábamos ayer el vergonzoso, mendaz mensaje presidencial por Fiestas Patrias leído por el cadáver político llamado Pedro Castillo, quien cínicamente hablaba de otro país, recitando miles de obras realizadas y beneficios otorgados a la sociedad por su desgobierno.

Alea jacta est. La suerte está echada para el Perú, culpa de una oposición descastada representada por un Congreso mayoritariamente indigno, que ayer se dejó humillar por quien ha sido imputado en cinco diferentes oportunidades por la Fiscalía de la Nación acusado de presidir una organización para delinquir.

Conmemoramos uno de los más desgraciados aniversarios de la Independencia, en medio de un alucinante desgobierno, una monumental crisis política y un gravísimo trance económico. Hace un año advertíamos desde este espacio lo que podría ocurrir –y sin duda ha ocurrido- en un país gobernado por un régimen que lideraría un fulano aventurero.

Cayó Bruno Pacheco, el secretario. Ahora caerá Pedro Castillo, el capo de una banda criminal, instalada hace ya un año en palacio de gobierno gracias al fraude electoral orquestado por la misma organización criminal en connivencia con un repulsivo Jurado Nacional de Elecciones.

Hasta ayer, el flamante ministro del Interior, Willy Huerta, no había instalado el equipo especial de policías para darle apoyo a la fiscal María Barreto, en una investigación que se le sigue al aún presidente Castillo. El equipo policial fue solicitado por la Fiscal de la Nación al ex ministro Mariano González, quien ha demostrado que de inmediato atendió la solicitud.

Como todo en la vida -particularmente en política- para tomar decisiones es necesario medir las posibilidades de éxito. Generalmente, toda precipitación lleva al fracaso. Hay excepciones. Pero para arriesgarse, hay que ponderar los pros y contras. Estamos en víspera de elegir una Mesa Directiva que conducirá el Parlamento en estos momentos extremadamente críticos.

Por culpa de este Parlamento –parido a la imagen y semejanza del miserable Vizcarra quien, entre otras vilezas, prohibió de un plumazo que los congresistas sean reelectos- el Perú está estancado en medio de una crisis panorámica sin precedentes, pletórica de corrupción, desgobierno, polarización social y desconcierto ciudadano, camino a un horizonte de enfrentamientos cada día peores.

Francisco Sagasti se prestó a propiciar un soterrado y sangriento golpe de Estado, con visos de asonada callejera. Lo hizo para vacar al entonces presidente del Congreso, Manuel Merino, constitucionalmente encargado de reemplazar en la presidencia de la República al miserable y afortunadamente vacado, Vizcarra.

La falta de comprensión y respeto por la ley, unida a la imposición de la verdad oficial, a la intransigencia y eliminación de la discrepancia, son rasgos claros del agonizante régimen Castillo que, en apenas un año, ha llevado al desastre a la vida nacional. El fin supremo del sistema democrático es mantener el orden constitucional y velar por el respeto a las leyes.

La noche del martes, lanzando un tweet Pedro Castillo daba las gracias ”a nombre del gobierno del pueblo” al ahora ex ministro Mariano González, a quien había cesado del cargo en forma fulminante. La guerra estaba declarada.

Una hiena herida siempre es peligrosa.

Desde aquel publirreportaje lanzado por un canal de cable, propiedad de El Comercio, mostrando a un Pedro Castillo en la bucólica campiña cajamarquina (como si fuera un simplón campesino aparte de profesor de una humilde escuelita chotana), entendimos el grado de sometimiento al que habían caído los dueños de aquel grupo periodístico.

PUBLICIDAD