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Madeleine Osterling

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¿Vizcarra recibirá una sanción en las urnas? Posiblemente no. 45 días preelectorales en el Perú son una eternidad. Salaverry, con quien comparte lazos indisolubles basados en la deslealtad y la traición, ha decidido que ya no lo acompañará en su recorrido por el país. Vizcarra se inscribió al Congreso con el GRAN número 1, a pesar de su largo historial de cuestionamientos y mentiras.

Aquellos que siguen apoyando a gente tan letal como Vizcarra son cómplices de que el país continúe en una pobreza eterna. No solo se salta las normas de convivencia, sino que quiere esquivar permanentemente todas las regulaciones que pudieran afectarlo. Corrompe todo lo que toca.

De otra manera, no hubiera habido un gran circo sin salud y sin pan. La llegada de las primeras vacunas al Perú estuvo acompañada de un espectáculo vergonzoso. ¿Quién paga por los miles de policías y toda la parafernalia desplegada?

Nuestra realidad siempre supera a la ficción. Este 2020 ha sido lo más parecido a una fábula apocalíptica y seguimos en un espiral de sucesos penosos con un gobierno que decreta la cuarentena como si fuera el fruto de una medida razonada, como parte de una estrategia con un norte claro cuando únicamente se trata de una salida facilista para cubrir su evidente incapacidad.

¿Por qué tenemos que soportar tanto cinismo? ¿Acaso no merecemos mejores autoridades? ¿Somos tan insignificantes que simplemente nos conformamos?

Si no tuviera la certeza que son absolutamente ineptos, pensaría que son unos sádicos. Ni por un mal pensamiento extraño a Vizcarra porque es imposible echar de menos tanta mentira y cinismo, pero este gobierno pareciera no estar haciendo nada de nada, es la incompetencia en su máxima expresión. La segunda ola podría ser más grave aún porque nos coge exhaustos, desalentados y empobrecidos.

El pasado domingo (entrevista El Comercio) Francisco Sagasti ratificó que le preocupa más salir impecable en las fotos que la severa crisis por la que atraviesa el Perú: fiel reflejo de lo que sería un pésimo gobierno del Partido Morado.

La perversa práctica del Gobierno de recortar nuestras libertades y de dirigirnos la vida, que llegó a su máxima expresión durante la pandemia, con un costo altísimo en la salud y la economía, hoy vuelve a golpearnos: el Reglamento del DL 1434 desconoce, sin excepciones, nuestro derecho al secreto bancario previsto en la Constitución.

Nos gusta estar con la soga al cuello, recién reaccionamos cuando nos imponen una sentencia de muerte. Parece que la previsión jamás formará parte de nuestro ADN. La cautela cuesta y no estamos dispuestos a meternos la mano al bolsillo.

¡Débiles y pequeños! Incapaces de gobernar y garantizar la aplicación de las leyes y de dotar al país de estabilidad institucional. Es un gobierno de transición (y autodenominado de emergencia) pero los adjetivos no le quitan responsabilidad.

¿Por qué se acepta un cargo público de gran responsabilidad si luego se evita asumir las obligaciones que conlleva? ¿Por la foto con el fajín? ¿Para abrirse puertas en organismos internacionales? No sé qué razones llevaron a Pilar Mazzetti a recibir la cartera de Salud, pero es una inmensa desilusión.

El Ejecutivo es tan débil que estoy segura de que Sagasti es intercambiable con cualquier miembro del Partido Morado, todos serían igual de timoratos e incompetentes, buscando sólo durar, aferrándose al poder que no alcanzarán a través de las urnas.

No me gustan los gobernantes imperturbables cuando la situación convulsiona a su alrededor. Francisco Sagasti está disfrutando cada minuto de su presidencia, sin importar que la calle vociferante lo haya llevado al poder y que sus amigos mediáticos, en la más indigna incoherencia, insistan que la vacancia de Vizcarra fue un golpe de Estado pero que él goza de absoluta legalidad y legitimidad.

Deshonrosas las disculpas ofrecidas por una mayoría de congresistas luego de los desmanes provocados por la vacancia. Clarísima maniobra para no hacer frente a sus responsabilidades políticas. Mea culpas falsos y gaseosos para intentar recuperar la estima popular de la que nunca han gozado. Este patético Congreso es el fiel reflejo de lo convulsionada que está la democracia representativa.

¿Qué responsabilidad asume gran parte de la prensa y los medios de televisión por la información sesgada y malintencionada de esta semana? ¿Por su desesperación para que la gente acuda a las marchas? ¿Por sus exageradísimos números acerca de los “supuestos” desaparecidos que no eran tales? ¿Por destruir a la Policía Nacional? ¿Alguien les pide cuentas?

Nunca pensó que lo vacarían, su soberbia lo cegó. Jamás imaginó que las FFAA le darían la espalda, tuvo que bajar la cabeza e irse. Penosa historia de un vacador, vacado.

Imposible saber qué piensan los peruanos. Las múltiples encuestas que difunde la prensa nacional son contradictorias y, en su mayoría, poco creíbles. Su exclusivo propósito es confundir y polarizar. Lo único que tengo clarísimo es mi propia irritación hacia quienes conducen el país.

No hay certeza de nada en el Perú, solo de la evidente incapacidad de este extraviado gobierno que sobrevive sobre la base de la confusión y mensajes contradictorios en los que Vizcarra se ha convertido en el primer problema del país, pues pareciera que no hay otro tema que interese más a la opinión pública.

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