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Mariella Balbi

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Sigue emergiendo la vileza de los gobiernos de Vizcarra y Sagasti en relación con la corrupción en la compra de vacunas chinas Sinopharm. La excanciller declaró ante el Congreso que se vacunó con conocimiento de Sagasti y la exministra Mazzetti en una reunión de los tres el 21 de enero. ¿A quién le cree usted?

‘Expreso’ alertó que el congresista Édgar Alarcón tiene en su poder el informe de la quinta reunión de la Comisión Multisectorial del 1/9/2020. Es preciso y tremebundo a la vez. Indica que en esa sesión “se confirmó que varias autoridades peruanas accedieron a ser vacunadas por Sinopharm”, empezando por el exmandatario Martín Vizcarra.

Ningún país del mundo tiene la absurda escasez de oxígeno que padecemos y que provoca muertes. Tampoco se ha visto en repúblicas respetables la perversión del sistema judicial que instaló con cálculo Martín Vizcarra. Desde que entró al poder quiso torcer la justicia y la Fiscalía fue su mira. Paralizó las 43 investigaciones que tenía en Moquegua.

El tráfico de vacunas Sinopharm evidenció lo podrida que está la gobernanza en el Perú. Pero primero siempre los hechos. Son aberrantes y recurrentes. Ni este ni el anterior régimen hacen nada al respecto.

La vacunación del presidente Sagasti fue un ‘show’ bochornoso y de mal gusto. Con ironía, alguien comentó que solo sirvió para verlo sin chalina por primera vez, develándose el misterio, aunque se duda si realmente se vacunó.

Cada día los peruanos perdemos derechos, y de qué manera. Pero no lo notamos por la angustia y el terror frente a la pandemia.

Según fuentes consultadas, el confinamiento anunciado por Sagasti se prolongará por más de 15 días. Igual ocurrió con Vizcarra. Ambos utilizan tramposamente el término cuarentena. Lo que vive el Perú son prisiones, esto no ocurre en ninguna parte del planeta.

La falta de gestión durante la pandemia en ambas olas, picos o rebrotes revela que quienes acceden al poder por las urnas, por un golpe de Estado o por la manipulación y los psicosociales no tienen idea de cómo distribuir los recursos nacionales para el bien de los peruanos.

Hasta que llegó la segunda ola del COVID-19. Pero hoy, gracias a la variante inglesa, el contagio es muchísimo más rápido. Si antes uno infectaba a tres, ahora contamina a seis. Exponencial. Sin embargo, el gobierno de Sagasti es igual de inepto que el de Vizcarra para enfrentar la pandemia.

La Junta Nacional de Justicia (JNJ) reemplazó al Consejo Nacional de la Magistratura. El Congreso de entonces (2018) le dio la partida de nacimiento. El gobierno de Vizcarra propuso un esquema que fue aprobado a ritmo de polka por el Parlamento, bajo amenaza de cierre por el mandatario.

Sin duda, el Perú aún es un país adolescente, informal y muchas veces caótico. Pero como hemos pasado por muchísimas experiencias –la peor fue Sendero Luminoso–, los peruanos tenemos un instinto de conservación adquirido y no nos chupamos el dedo.

El llamado paro agrario hizo que el norte y el sur del país entraran en modo Tía María. Todos sabemos qué significa esto: bloqueo de carreteras, ataque sanguinario contra la Policía cuya razón de ser es preservar el orden público, lluvia de piedras y hasta huaracas para lanzarlas a larga distancia.

Antaño, ante una pregunta sin respuesta, los agentes policiales recurrían a la muletilla de “Desconozco mayormente”. Hoy la utiliza el Ejecutivo. En nuestra cara pelada nos dicen que no tienen idea de cuándo tendremos vacuna en el Perú. Los ciudadanos de Chile, Ecuador, Colombia podrán vacunarse el próximo año, o sea en días.

Traficar con la muerte es indigno e inhumano. Sin embargo, el gobierno de Sagasti lo hace, construyendo un plan de acción en torno al fallecimiento de dos jóvenes en las marchas de protesta contra el expresidente Merino.

Vale la pena repetirlo. Cuando ocurrieron las lamentables muertes de dos jóvenes en las protestas contra el entonces presidente Manuel Merino, el congresista Francisco Sagasti y varios miembros de la bancada del Partido Morado le pidieron que renuncie. El candidato George Forsyth le dijo asesino.

Pasar al retiro a 20 generales de la Policía Nacional del Perú (PNP) para llegar al ‘preferido’ del régimen, general César Cervantes, hoy director de la PNP, es un acto antidemocrático propio de un gobierno autoritario. El Congreso designó a Francisco Sagasti presidente de la República para que encabezara un gobierno de transición, por tan solo 8 meses. Nada más.

La inconsecuencia del Congreso es de récord Guinness. Con 105 votos vacó al exmandatario Martín Vizcarra, eligiendo como Presidente de la República a Manuel Merino. Tres días después pidió la renuncia de Merino y eligió como gobernante a Francisco Sagasti con 97 votos, 8 menos que el anterior.

Cinco colaboradores eficaces declararon que Martín Vizcarra cobró S/ 2’300,000 por dos obras cuando fue gobernador de Moquegua. Por menos, varios estuvieron en prisión. Pero la prensa adicta al vizcarrismo apoya firmemente al corrupto, sabiendo fehacientemente que, por lo menos, ‘coimero’ es.

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