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Raúl Allain

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Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.

La política peruana es más bien politiquería y está enferma de corrupción, contaminando al país con un virus mortal. Manuel González Prada afirmó hace cien años que “el Perú es un organismo enfermo: donde se pone el dedo, salta la pus”, y el propio José Carlos Mariátegui dijo sentirse “nauseado de política criolla”.

La reciente denuncia de la existencia de una mafia al interior del Archivo General de la Nación que está robando y traficando documentos históricos con la firma de Miguel Grau, Ramón Castilla y José de San Martín, entre otros papeles virreinales, ha puesto en evidencia un viejo problema: el tráfico de bienes culturales.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha proclamado el año 2019 como Año Internacional de las Lenguas Indígenas, a partir de una recomendación realizada por el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas.

La valiente procuradora antidrogas, Sonia Medina Calvo, ha advertido sobre el riesgo permanente de que el Perú se convierta en un narcoestado, debido a la infiltración del narcotráfico en la política, según se desprende de las denuncias en la que están implicados congresistas, alcaldes o funcionarios del Estado.

La TV basura y la prensa sensacionalista son males de la sociedad peruana actual. Contenidos inapropiados en los medios de comunicación, que exaltan la violencia, el erotismo o se dedican a escarbar en la vida privada de la llamada “farándula” son perjudiciales para la sociedad porque fomentan antivalores y atentan contra la dignidad de la persona.

En muchos sentidos el Perú es un contrasentido. En los últimos años los analistas internacionales acuñaron el epíteto de “milagro peruano” para referirse al crecimiento económico sostenido del país y su liderazgo en Latinoamérica.

En el Perú actual el tema de la salud mental es preocupante y requiere de un nuevo enfoque, pues los prejuicios existentes en la sociedad impiden abordar adecuadamente la situación, más aun si se tiene en cuenta que las familias de pacientes que padecen de alguna enfermedad mental se sienten obstaculizados para hablar de un tema que debe ser abiertamente debatido.

En el Perú no existe una política definida contra el feminicidio. Las cifras son alarmantes. Durante el año 2018, se registraron 132 casos de mujeres asesinadas por sus propios esposos, convivientes o parejas.

Hace unos días, desde una cuenta en Facebook –usada como fachada por una extinta revista de cuyo nombre no quiero acordarme– fui insultado, calumniado y difamado. Siguiendo esa oscura consigna de lanzar la piedra y esconder la mano, unos pseudoperiodistas atentaron contra mi honor y mi dignidad personal, solamente para ridiculizar mi columna semanal en el diario EXPRESO.

Con honrosas excepciones, una de las cuales es el diario EXPRESO (que ejerce un periodismo independiente y objetivo), el panorama de la prensa en el Perú está signado por la manipulación de la información y la desinformación.

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