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Raúl Diez Canseco

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Una semana en Alemania, específicamente en Berlín, visitando instituciones prestigiosas como la Konrad Adenauer y conversando sobre el futuro de la democracia en Europa y América Latina, me permite volver la mirada a nuestro país para señalar, luego de la marcha que tuvimos, la urgente necesidad de pasar la ola de división y violencia para trabajar en una visión consensuada del desarrollo.

Cuando regreso a Arequipa, mi mente se conecta con las raíces que comparto con mi abuelo, Carlos Diez Canseco, nacido un 24 de septiembre de 1880. La vida de mi abuelo estuvo marcada por su dedicación a la política, como subprefecto de Cutervo, Jaén, Huari y Dos de Mayo, así como prefecto de Huancavelica y Huánuco. Además, enfrentó detenciones y destierros debido a sus convicciones.

En un mundo cada vez más interconectado y tecnológico, el mensaje de Jorge Chávez, “Arriba, siempre arriba, hasta las estrellas”, adquiere una relevancia aún mayor. Es un llamado a estar a la vanguardia en todas las áreas de nuestras vidas.

En un mundo cada vez más interconectado y tecnológico, el mensaje de Jorge Chávez, “Arriba, siempre arriba, hasta las estrellas”, adquiere una relevancia aún mayor. Es un llamado a estar a la vanguardia en todas las áreas de nuestras vidas.

La semana pasada participé en el más grande encuentro de la educación en el mundo: la feria educativa NAFSA 2023, realizada en Washington, Estados Unidos. Hace 15 años que asisto con la Universidad San Ignacio de Loyola a este tipo de encuentros, pero esta fue la primera vez que participaron 11 universidades peruanas, promovidas por el Ministerio de Educación.

En dos semanas, el BAP Unión, nave peruana, tripulada por peruanos, circunnavegará el planeta. Un viaje similar no lo hacíamos desde 1856 cuando la fragata peruana Amazonas recorrió 42 mil millas náuticas en 308 días, dejando una memoria imborrable en la historia naval.

En el escenario más pesimista, este año recibiremos 2 millones de turistas. Y en el más optimista, 2.5 millones. Estamos a mitad de camino de los 4 millones que tuvimos antes de la pandemia.

La semana pasada fue noticia la reapertura del aeropuerto de Puno. Tres meses después de haber sido dañado por vándalos violentos que paralizaron la región y ocasionaron más de 300 millones de soles en pérdidas. No hay forma de generar desarrollo por esa vía.

La etapa postpandemia que prácticamente estamos viviendo ha desatado una explosión del turismo en el mundo. España, Italia, México, República Dominicana, por mencionar casos conocidos, vuelven a tener flujos crecientes de visitantes en busca de experiencias de vida.

Esta semana, USIL firmó un convenio con la Marina de Guerra del Perú, institución a la que quiero mucho por haber cumplido allí mi servicio militar obligatorio. Firmamos el acuerdo a bordo del BAP Unión, moderna nave de estudio y formación de los cadetes, fabricada íntegramente en el Perú, en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina (SIMA).

Las inundaciones y desbordes de ríos que vive el país son la prueba más reciente del fracaso de la descentralización. Se entregó a las regiones competencias y presupuesto sin la preparación adecuada de sus recursos humanos y ahora vemos los resultados: pistas sin drenaje, carreteras que se hunden y puentes que se caen.

Se empieza a hablar en el ambiente político de la Economía Social de Mercado; un modelo ideado en Alemania en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, pero que sigue vigente sobre todo en países como el nuestro, donde las brechas económicas y sociales se mantienen y en algunas regiones parecen ensancharse.

Esta semana instalamos en la Universidad San Ignacio de Loyola la Cátedra Konrad Adenauer, un espacio para debatir ideas y propuestas para un Perú fracturado, desconfiado, exangüe políticamente. Lo hicimos ratificando nuestro compromiso como educadores para lograr una sociedad más justa y democrática.

Un sector de la izquierda en el país cree que la Constitución será la panacea para los urgentes y profundos problemas que tiene el Perú para encarar su desarrollo. Se equivoca. La historia demuestra que los países que menos cambian su constitución son hoy en día los más desarrollados.

La violencia no construye, destruye. No hay forma de que el país siga atrapado en esta espiral de insania, desatada tras el frustrado golpe de Estado de Pedro Castillo, quien durante año y medio manejó el Gobierno soliviantando los ánimos, extremando posiciones, atacando, en lugar de unir a los peruanos.

En la última columna del año pasado señalábamos que apenas si el país estaba en vías de superar una de las etapas más complicadas de los últimos años. La crisis política generada por el golpe frustrado del investigado y detenido Pedro Castillo abría una ventana de oportunidad para reencaminar el país al orden y a la convivencia social.

La esperanza es el motor que mueve nuestros corazones y nuestras acciones. Es la energía necesaria que tenemos los seres humanos para levantarnos una y otra vez de nuestros fracasos; y es, a la vez, la fuerza que necesitamos para alcanzar los más nobles objetivos.

Cuando pensábamos que lo peor de la oscuridad democrática que vivimos había llegado a su fin con el fallido golpe de Estado perpetrado por Pedro Castillo y la inmediata activación de la sucesión constitucional, el país nuevamente se ve empujado hacia una pesadilla de la que no podemos despertar.
Pero, separemos la paja del trigo.

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