No hay nada más perjudicial para cualquier tipo de organización –pequeña o grande, social o empresarial– que los falsos líderes, esos falsos profetas que pueden llevar a cualquier empresa o propósito al fracaso. Estoy hablando de ese tipo de personas que, muchas veces, tienen un buen discurso, pero en la práctica no saben cómo hacer las cosas, es decir no saben gestionar y gerenciar.
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