30 años del libro 'Habitaciones', de Ricardo Sumalavia
Este fue el primer libro del autor, que supuso la aparición de una nueva voz, una voz disidente que se alejaba de los registros tradicionales de la narración.
¿Tuviste consciencia del carácter disidente de tu primer libro?
Para mí y para varios de mi generación era urgente marcar una distancia de la prosa peruana canónica de entonces. Yo no lo asumí como un acto de rebeldía, sino como una imperiosa necesidad. La opinión de la crítica y de muchos lectores estuvo dividida en aquel entonces. Si para algunos refrescábamos la prosa peruana, para otros fuimos unos evasores de la realidad peruana, solo preocupados por la intimidad de los personajes y no por los pesares sociales de fin de siglo. El tiempo calló a esos comisarios de la literatura. Bueno, siempre surgen nuevos comisarios.
¿Y fue complicado forjar esa voz nueva?
A ver, lo que siempre tuve claro es que lo que llamamos “nuevo” en realidad es una etapa de mayor diferenciación con respecto con lo que se venía escribiendo. Frente al canon nacional ya existían otras voces, peruanas y del resto de América Latina, que fueron nutriendo mi formación. Leí con mucha atención a Manuel Puig, Antonio Skármeta, Clarice Lispector, Reinaldo Arenas, Mempo Giardinelli, Osvaldo Soriano, Ana María Shua, entre muchos más que fueron leídos en los ochenta. También mencionaría a José Donoso, Juan Carlos Onetti, Monterroso, Arreola. Todos ellos gravitaban en torno al boom, pero era lo que más me interesaba y leía.
¿Influyeron directamente en la escritura de Habitaciones?
Por supuesto. Es más, durante el proceso de escritura, cada texto de Habitaciones asumía un registro cercano a los autores que te he mencionado. Lo interesante es que mientras más quería parecerme a ellos, más me reconocía en lo distinto. Mi voz estaba en lo que no pude imitarlos. Cuando lo tuve claro, el proceso de escritura tomó otro rumbo. Me concentré en delimitar ejes argumentales, buscar los motivos, afinar lo que empezaba a asumir como mi lenguaje.
¿Y cómo fue ese lenguaje? ¿Aún persiste?
Para responder a estas preguntas, debo precisar que también tuve muchas lecturas de poesía que marcaron mi ruta literaria. En esa etapa leía y releía a José María Eguren, Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Blanca Varela, Jorge Eduardo Eielson, Antonio Cisneros, etc. La narratividad en la poesía de los sesenta y setenta me marcó. En mi caso, fue el lirismo que se filtró en mi narrativa. La influencia del lirismo fue tal, que algunos críticos pensaron que yo había publicado un libro de poesía en prosa. Ahora bien, sobre si persiste este registro en mi prosa, puedo decirte que ese lirismo se fue depurando. Persiste en ciertas imágenes. Digamos que escribo narrativa con un espíritu de poeta.
¿Y qué supone ver el libro reeditado treinta años después?
Por un lado, quiero proteger a ese joven Sumalavia, veinteañero, que paseaba con sus ejemplares mal impresos pero con muchas ilusiones. Por otro lado, me complace saber que ese libro tiene nuevos amigos, que comparte afinidades con los veinteañeros de este nuevo siglo. Incluso, el editor de Personaje Secundario, también es un veinteañero, y me agrada que haya apostado por esta nueva edición. Como ves, tengo una actitud paternalista con este libro.
Por Harold Alva
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