David Machado: «La ficción es una forma de ordenar el caos de la vida»
Cada una de las historias narradas en sus libros infantiles, viene a rescatar la sonrisa y carcajada de los niños.
Por Sixto Sarmiento
Todas tus obras son ficciones. ¿Es tu estilo?
Sí, a mí siempre me encantaron las historias. Me acuerdo cuando era niño y me gustaba mucho escuchar historias, leer cuentos, asistir a los dibujos animados y querer hacer lo mismo. Yo tenía seis o siete años y ya inventaba historias por la noche en mi cama antes de dormir. De una forma muy natural e instintiva aprendí a manejar las narrativas como si fueran arcilla. Ahí descubrí que la ficción me sirve como una forma de ordenar el caos de la vida y del mundo, para comprenderlo todo más profundamente.
Escribir para niños es una tarea que requiere mucho cuidado, es el más exigente de los públicos, ¿verdad?
La verdad es que cuando escribo para niños nunca pienso en los niños, pues creo que el resultado sería desastroso. ¿Qué es un niño? A mí me parece quimérico definirlo. Hay tantos y son tan diferentes. Algunos son exigentes, claro, pero otros no. A unos les encantan los monstruos, a otros los piratas, a otros las peripecias en los pasillos del colegio. Hay los que siempre sonríen y hay los que prefieren el silencio. Quizá la única especificidad que todos los niños comparten sea la busca de la verdad, por lo que suena verdadero en su corazón. Así que apenas me queda escribir para niños como escribo para los que no son niños: pensando en mí, narrando para mí mismo; en este caso, para el niño que fui un día. Solo así puedo ser tan autentico como el lector espera que yo sea.
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Los niños siempre son creativos, ¿recurres a ellos antes de escribir?
Mis cuentos infantiles me llegan sobre todo de lo que traigo dentro y no de lo que veo u oigo a mí alrededor. Es muy raro escribir algo que me cuentan mis hijos o los niños en los colegios donde presento mis libros. Tengo memorias muy fuertes de mi infancia, de charlas con mis amigos, de mis miedos y deseos, de lo que sentía y pensaba. Escribir para niños es crear una autopista hasta esa época, hasta eso otro yo que fui, para conocerme y entenderme mejor. Así que, aunque mis narrativas infantiles no sean autobiográficas, están completamente sostenidas por todo lo que viví durante los primeros diez años de mi vida.
¿Y a los profesores y padres también no te acercas?
Hablar con los profesores o los padres sobre mis libros para niños es algo que siempre me pone nervioso. Los adultos, en particular los adultos que tienen la tarea de educar, muy difícilmente logran libertarse de esa preocupación. El instinto para dar forma a una criatura tan salvaje y libre como un niño siempre es más fuerte. Muchas veces los adultos no entienden el absurdo o el humor como los niños. Como si se olvidaran de que un día sintieran e pensaran de ese modo. Además, les da pavor que un libro provoque la tristeza o el miedo en sus hijos, pues no soportan a idea de que los niños puedan sufrir, cuando la verdad es que es muy importante que ellos sufran con la ayuda de la ficción para que un día, cuando el sufrimiento sea real, estén más preparados para vivirlo. La literatura –la infantil y la otra– es un lugar de libertad, quizá uno de los pocos lugares de verdadera libertad de pensamiento en nuestro mundo. Y eso da mucho miedo a los padres y a los profesores.
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