Fernando Cassamar: Balance y testimonio de la contracultura
Libro “Subculturas contemporáneas” es una reflexión crítica del rock subterráneo.
Por Arturo Delgado Galamberti
¿Tu libro es un balance, una crítica y a la vez un testimonio de parte de la época del rock subterráneo?
El libro se formó casi de manera espontánea, porque de hecho son tres artículos que he publicado indistintamente, pero han sido escritos cada uno con cierta intencionalidad, en el sentido de causar cierto debate con el entorno. El primero, que se llama ‘El boom de lo marginal’, tenía que ver con cierto debate en un momento en que salían muchos libros, había películas y exposiciones en torno al rock subterráneo.
El otro texto es más testimonial, una suerte de homenaje a amigos que se han ido, como notas necrológicas, dentro de la movida poética y rockera. Y el tercer texto, que es el más antiguo, es un balance de la poética, en el sentido de estética; allí se analiza la poesía y las artes. El proceso del libro tiene que ver con esta noción de homenaje y debate, un tanto polémico en todo caso, y por tanto creo que puede aportar en el sentido de que puede abrir horizontes de crítica y reflexión.
En un capítulo hablas de la museificación del rock subterráneo, cómo se apropian de los espacios no solo geográficos, sino simbólicos del rock subterráneo los que fueron antes sus groupies, convertidos en hipsters, y han vuelto mercancía a la contracultura ligada al rock subterráneo…
De hecho yo hablo en términos de un ‘boom de lo marginal’, relacionado sobre todo con un boom editorial. Han salido en los últimos años muchos libros de autores comprometidos con la movida, y yo planteo esta idea del boom de algo que es totalmente marginal y que está contra la moda. Por eso la idea del consumidor, el productor y también el gestor, que constituyen una pirámide, donde está la idea de groupies, de hipsters, y también el productor, que en este contexto se ha convertido, hablando de antropología, en una suerte de informante.
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Es una lógica que no solo se da en el rock subterráneo, sino también en los estudios de la violencia política. Es toda una tendencia cultural que va más allá de la música. Tomando la analogía de la antropología, como dice Hal Foster, el producto o el artista son analizados por el etnólogo contemporáneo como objeto de estudio, como la idea de apropiación y localización de Duchamp, cuando él hablaba de ready made.
Entonces mostrar un objeto en una galería, no importa lo que sea, se convierte en una obra de arte. Pensando en Jameson, es una lógica cultural del capitalismo tardío, y claro, la idea de Harvey también sirve porque él tiene un libro, ‘Ciudades rebeldes’, sobre las ciudades. Por eso hablo del mapeo, la idea de cartografiar estos espacios, en el sentido de pensar en qué momentos y en qué lugares estuvieron, tomando la idea de Maffesoli, que habla de tribus urbanas, no solo del rock subterráneo sino del heavy metal y otras. Yo en ese momento veo la capitalización y colonización del espacio, la gentrificación. El espacio es copado por consumidores ajenos a la movida.
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