Francois Villanueva Paravicino: “El Vraem es un lugar de historias infinitas”

Francois Villanueva Paravicino, autor de poemarios, cuentos y novelas, narra en siete libros historias fantásticas de sus vivencias en la paradigmática zona del Vraem, un lugar místico del Perú profundo.  

¿Cómo ha influido tu infancia y adolescencia en tu obra?

Mi infancia y adolescencia transcurrieron en San Francisco y Kimbiri, en la zona ayacuchana y cusqueña del Vraem. Recuerdo que, de niños, después de jugar a las escondidas o las chapadas, mis amigos y yo nos contábamos historias de jarjachas, condenados, almas en pena, muertos vivientes y otros monstruos. Estas narraciones, sumadas a mis tempranas lecturas fantásticas de Edgar Allan Poe, Horacio Quiroga y Julio Ramón Ribeyro, despertaron en mí la admiración por el arte de contar historias. Comencé a escribir desde pequeño, cuando tenía ocho o nueve años. En mi infancia fui muy hiperactivo: jugaba, me divertía y, además, leía mucha poesía. Recuerdo a autores como Luis de Góngora y Argote, Francisco de Quevedo, Gabriela Mistral, Federico García Lorca, Javier Heraud, Rubén Darío, entre otros. En la adolescencia me volví más introvertido porque me refugié completamente en la lectura y la escritura. Por entonces leí a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Franz Kafka, Ernest Hemingway, Camilo José Cela, José María Arguedas, Ciro Alegría, Manuel Scorza, el Nuevo Testamento, Sófocles, Alfredo Bryce Echenique, Miguel Ángel Asturias, Thomas Mann, Hermann Hesse, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, entre otros.

Has escrito sobre el Vraem. ¿Qué es lo rescatable de una zona tan convulsionada?

Lo rescatable del Vraem, tal como lo conozco, es que tiene el potencial de convertirse en una zona turística de gran atractivo. Además, la presencia del Estado es fuerte, al menos en el eje central que incluye San Francisco, Kimbiri y Pichari. Allí se encuentran las maravillosas cataratas de Omaya y el caudaloso río Apurímac, cuyas orillas están llenas de recreos, restaurantes y elegantes discotecas. También hay zoológicos, piscigranjas, estadios deportivos, hermosos parques y plazuelas. Si se observa con otros ojos, es un paraíso de eterno verano. De esta manera te puedo decir que el Vraem es un lugar de historias infinitas.

También escribiste obras de terror. ¿Crees que este género está ganando popularidad entre los jóvenes?

Definitivamente. Creo que el género de terror ha ganado espacio gracias al cine y las redes sociales. Recuerdo que de niño me fascinaban películas como El amanecer de los muertos vivientes, Resident Evil, Guerra Mundial Z y Del crepúsculo al amanecer. También disfrutaba las series Los cuentos de la cripta y The Walking Dead. Los jóvenes son quienes más buscan emociones fuertes; son temerosos, rebeldes y anhelan experiencias intensas. Creo que encuentran todo eso en los géneros de terror y fantástico. Además, estas historias ofrecen una forma casi perfecta de escapar de un mundo que a veces puede ser monótono y cruel.

¿Qué rescatas de tu trabajo periodístico?

Trabajé como redactor en un diario durante mucho tiempo. Lo que más destaco es que siempre estás informado sobre lo que sucede en tu región (en mi caso, Ayacucho) y en el país. Todo lo relacionado con política, policiales, noticias locales, nacionales o internacionales, pasaba por mis manos. Lo mejor era cubrir hechos trascendentales, especialmente en política o policiales. Estos sucesos a menudo podían ser material para novelas o libros interesantes. También recuerdo que la vida en la sala de redacción era divertida, sobre todo durante los cierres de edición. A veces llegaban noticias de último minuto que no podíamos dejar pasar, y muchas veces me amanecí en el local del diario.

¿Qué comentarios has recibido sobre tu obra literaria?

Tanto escritores nacionales como internacionales han destacado mi obra. Juan José Cavero, Premio Copé de Novela, me describió como un “prestidigitador” o “ilusionista” en una reseña. Ugo Velazco Flores, ganador de varios premios, me llamó “un médium” y “el secretario de ciertos demonios”. Sobre mi dominio del lenguaje, el poeta Julio Barco destacó que está “impregnado de metáforas y términos exquisitos”. Por su parte, los premios Caretas y mis compañeros sanmarquinos Julio Buitrón y Cristhian Briceño Ángeles lo calificaron como “estridente y poderoso”.

¿En qué ferias te has presentado?

He participado en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL), la Feria Internacional de Ayacucho (FILAY) y la Feria de Ricardo Palma. En todas he tenido una buena acogida. Cada feria es una nueva aventura.

¿Cómo nace tu vena literaria?

Como mencioné antes, desde muy pequeño. Mi inclinación nació al escuchar, leer y escribir historias de terror o relatos muy personales. Al final de la secundaria ya tenía tres novelas terminadas: El Caballero Dorado, El practicante y El sonido del silencio. Sin embargo, borré todas en la universidad, cuando en algún momento dudé de mi vocación como escritor.

Los primeros años en San Marcos fueron difíciles. Nos formaban para ser críticos literarios, no escritores. Con el tiempo, entendí que todos los estudiantes aspirábamos a escribir, aunque pocos lo lograban.

Periodismo y literatura

"El periodismo te ayuda a escribir rápido, a buscar las fuentes originales, a conocer la vida a profundidad, a valorar los dramas humanos y a estar informado siempre. La literatura tiene diferentes acepciones, como crítica literaria, empresa editorial y como arte; y el periodismo se relaciona con todas ellas. Y definitivamente ayuda a escribir mejor, pues conoces y valoras más la vida", afirmó Francois Villanueva Paravicino.

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