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Iván Adrianzén, coach profesional: «Intento no caer en los lugares comunes»

Director de Caivas Ediciones & Ediciones Marginales comenta su incursión en la poesía y los cuentos.

Iván Adrianzén, coach profesional: «Intento no caer en los lugares comunes»
Fecha Publicación: 22/12/2023 - 01:00
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Iván Adrianzén Sandoval (Lima, 1965) es coach profesional. Estudió Derecho y Ciencias Políticas, tiene un diplomado en Conciliación Extrajudicial, especialista en Administración y Marketing; dirige Caivas Ediciones & Ediciones Marginales; publicó el libro de poemas, 'El lento caer a la vida'. Miembro de la organización del FIP Primavera Poética y director cultural de la Feria Internacional del Libro y de las Artes, presentó en la feria del libro Ricardo Palma, acompañado por Omar Aramayo, “Días de perros”, su primer libro de cuentos. Dialogué con él.

Te conocimos como poeta y gestor cultural, director de Caivas y Ediciones Marginales, ¿cuándo decidiste trasladarte del verso a la prosa?

Hago lo que llamo poesía desde los 13 años, poemas íntimos, personales. Hasta que un día, en Madrid, asistí a unos talleres de literatura en el ayuntamiento de Collado Villalba, donde residía. Allí comencé a adentrarme en la prosa. Primero fue el cuento a mi primer perro Volky, luego un relato imaginario observando el cuadro de Picasso, Guernica, historias de inmigrantes y demás temas sueltos. Desde esos tiempos, según los ánimos, escribo historias, relatos cortos o cuentos. Con la poesía rasgo sentimientos, desnudo mis demonios, exorcizo a Calíope. Con la prosa narrativa, me apasiono, me divierto, río o lloro. Lo disfruto definitivamente.

Quienes seguimos tus publicaciones, en redes, conocemos tu fijación por los gatos; por uno particularmente que vive en diálogo con el poeta. ¿Por qué un libro de perros?

El gato es un personaje imaginario que aparece en la pandemia. En Pueblo Libre, al costado del edificio donde vivía, había una azotea donde vivían, o viven, alrededor de 14 gatos. Cuando salía a fumar los veía y, en las noches, ser observado por 28 ojitos luminosos, me sobrecogía. Una noche, tomaba vino y, desde mi ventana, un gato me observaba e imaginé que hablaba. A veces soy yo con mi conciencia, a veces es mi hijo, a veces solo un cargoso que se apodera de mi imaginación. Los perros, sin embargo, son reales, los he visto, los he conocido, los he observado. He vivido con ellos, los he llorado cuando tocó que partieran. De los perros aprendí su sentido de lealtad, la fidelidad y la paciencia. En ello tiene que ver mucho la familia donde crecí; mi padrino Andrés. Mi abuela era capaz de cargar con todos cuando salíamos de paseo. Recuerdo que íbamos a la playa, o al campo, con perros, patos y pollitos. En mi infancia siempre hubo un perro como miembro de la familia.

El perro es el animal más parecido al hombre, tú has logrado reunir en quince relatos, quince historias con distintos escenarios sociales, y cuando imaginábamos que en algún momento le otorgarías voz a alguno de los canes, eso no sucede. ¿Por qué no terminar de humanizar a tus protagonistas?

Porque los perros hablan con acciones, no hay necesidad de colocarles la palabra para que se entienda lo que pueden transmitir y, los cuentos, casi todos parten de un hecho cierto, alrededor de un poco de ficción.  A veces comentamos que a los perros solo les falta hablar, yo discrepo. Ellos no necesitan hablar para demostrar su influencia en nuestras vidas.

Qué autores han influido en tu estilo narrativo, te pregunto porque después de las polémicas sobre dónde situar al escritor, tú recuperas la funcionalidad del texto narrativo, lo desvistes de toda retórica.

¿Qué lecturas te formaron para lograr ese desenlace?

La primera novela que leí en mi vida fue “Papillon”, de Henri Charriere, se la robé a mi padre. He leído a Arguedas, a Ciro Alegría por influencia de mi abuelo. Mucho a Basadre, pues me apasiona la historia; Vargas Llosa me fascina en la “Guerra del fin del mundo”; Bryce me parece una delicia en “Un mundo para Julius”; Bayli sumamente tierno en “Yo amo a mi mami”.  Pero cuando estuve en Europa, conocí a Ken Follet, Santiago Posteguillo, Idelfonso Falcones, Carlos Ruiz Zafón. Yo no sé si soy directo o si alguno de ellos ha influenciado mi narrativa, pero siempre, los maestros que tuve, repetían una frase que hice mía: “menos es más”, y eso hago: trato de contar historias reales para que el lector sepa hallar, en el silencio, sus mensajes. La vida es bella en su simplicidad, pienso. Últimamente, cuando escribo, intento no caer en los lugares comunes.

¿Qué esperas de ‘Días de perros’, en qué está Iván Adrianzén?

Que sea bien recibido por todos, que las historias gusten y sus lectores las hagan suyas o les recuerde su experiencia con nuestros amigos caninos. Me gustaría que “Días de perros” llegue a todos lados y cruce los mares. Me lo piden en Japón, en España, en EEUU, y eso emociona. Estoy en la difusión del libro, hace unas semanas fue presentado en la Feria del Libro Ricardo Palma, por el autor de “Los Túpac Amaru”, Omar Aramayo. Tremendo honor que él lo presente. Estoy investigando, en bibliotecas, para un proyecto que tengo en mente y que significa un reto para mí. Sigo haciendo poesía y escribiendo diálogos nocturnos con el gato resentido por haber escrito sobre perros y no de él.

‘Días de perros’...

Está en las principales librerías de Lima, asimismo pueden adquirir su ejemplar escribiendo al +51 969 342 262. El autor anuncia próximas presentaciones en Pueblo Libre, Barranco y Miraflores. “Quise que cada cuento sea una imagen para recordar, ojalá en su lectura cumpla con ese objetivo”, finaliza Iván.

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