Juan Chipoco, el emprendedor detrás del éxito: un viaje de sacrificio, humildad y trascendencia
Una muestra de éxito y realización de sueños con vocación de servicio y mucho amor propio.
Juan Chipoco no es solo un chef y empresario exitoso; es un emprendedor que ha transformado la adversidad en oportunidades. Su humildad y perseverancia han inspirado a muchos.
Una historia que demuestra que con trabajo arduo y una visión clara, todo es posible. Aunque su nombre resuena en los círculos gastronómicos más exclusivos, Juan Chipoco nunca olvida sus orígenes ni su rumbo: siempre avanza con determinación y generosidad.
Tras la presentación de su primer libro, cuyo objetivo es recaudar fondos para causas humanitarias, nos invita hoy a explorar los momentos más íntimos de su carrera, su visión del futuro y su firme compromiso con el servicio a los demás.
Juan, ¿cómo fueron esos primeros años de tu carrera fuera del país?
Mis primeros años fueron duros, pero nunca los vi como un sacrificio. A los 19 años llegué a los Estados Unidos sin papeles, sin casa y con solo 1,500 dólares que me robaron en un intento de obtener un permiso de trabajo. Me tocó lavar platos, ollas, baños, todo lo que pudiera hacer para ganarme el sustento. No hablaba inglés, no tenía a nadie y el trabajo era agotador. Recuerdo que un día me pusieron a lavar unas ollas enormes bajo el sol de Miami, con una esponja de hierro y una manguera. Pensé: “¿A esto vine a este país?”, pero me respondí a mí mismo: “Sí, y voy a hacer esto lo mejor que pueda”. Trabajaba desde temprano en la mañana hasta altas horas de la noche, puliendo ollas, deshuesando pollos, haciendo lo que fuera necesario. Algunos me decían que me estaban explotando, pero yo no lo veía así. Sabía que estaban sacando lo mejor de mí, y eso es lo que me ha permitido llegar a donde estoy hoy.
¿Qué lección aprendiste de esas experiencias y cómo han influido en tu desarrollo como empresario?
Aprendí que el trabajo dignifica, como me decía mi abuela. Esos años me enseñaron a hacer las cosas mejor que nadie, a no rendirme nunca y a siempre buscar la excelencia. Fue un proceso de aprendizaje constante, no solo en la cocina, sino también en la vida. Comprendí que el éxito no llega de la noche a la mañana; es el resultado de años de esfuerzo, dedicación y perseverancia. Hoy, con más de mil colaboradores a mi cargo, aplico esos mismos principios. Estoy convencido de que cuando uno da lo mejor de sí, las cosas buenas suceden.
¿Cómo defines a Juan Chipoco en el día a día?
Hoy, con la madurez que tengo, me siento más accesible que nunca. Creo que la vida me puso en este camino para poder contar mi historia y compartirla. No para que la arrogancia tome control, sino para mostrar que, aunque sueñes con cosas materiales, eso no define quién eres. Para mí, lo más importante es mantener los pies en la tierra y recordar siempre de dónde vengo. Mis hijos, por ejemplo, tienen muchas más oportunidades de las que yo tuve, y siempre les digo que deben valorar lo que tienen y ser humildes. En el Grupo Gastronómico CVI.CHE 105, nos aseguramos de que todos, desde los empleados hasta los clientes, reciban una alimentación de calidad en todas nuestras cadenas de restaurantes.
¿Qué te motivó a crear tu fundación y qué esperas lograr con ella?
La fundación es algo muy importante para mí. Quiero que mis hijos, cuando tengan la madurez suficiente, continúen con ella. Ellos vienen de una vida distinta a la mía, con más bendiciones y oportunidades. No tienen que preocuparse por qué van a comer mañana, y eso es algo que yo nunca tuve. Quiero que aprendan a dar, a compartir y a ayudar a los demás. Mi fundación busca precisamente eso: brindar oportunidades a aquellos que más lo necesitan, especialmente a los niños. Quiero que entiendan que la vida es más que tener cosas materiales, es también dar y hacer el bien.
Has alcanzado grandes logros en el ámbito empresarial. ¿Cómo te gustaría que se recuerde tu legado?
Trascender es una palabra muy poderosa. Nunca hice las cosas pensando en cómo me recordarían, pero ahora que estoy en esta etapa de mi vida, me doy cuenta de que mi historia puede inspirar a muchos. Cuando Josefina Barrón me propuso escribir el libro, no pensé en si mi historia merecía ser contada. Simplemente lo hice, y ahora veo el impacto que puede tener. Quiero que mi legado sea el de alguien que trabajó duro, que nunca se rindió y que siempre buscó hacer las cosas bien. No solo en la cocina, sino también en la vida. Quiero ser recordado como alguien que siempre buscó la excelencia, que fue humilde y que, a pesar de todo, nunca olvidó de dónde vino.
Hablaste de expansión y de nuevos proyectos. ¿Qué nos puedes contar al respecto?
Siempre estoy buscando nuevos desafíos. Uno de mis próximos proyectos es un hotel boutique, justo arriba de CVI.CHE 105. Será un lugar donde la gente pueda vivir una experiencia única, combinando la excelencia gastronómica con un servicio excepcional. Pero más allá de los negocios, quiero seguir ayudando a los demás, ya sea a través de mi fundación o simplemente tendiendo la mano a quien la necesite. Al final del día, eso es lo que realmente importa.
Mensaje a los emprendedores
Les diría que no se rindan. El camino no es fácil, y habrá momentos en los que querrán abandonarlo todo. Pero es precisamente en esos momentos cuando más deben persistir. El éxito no llega de la noche a la mañana, es el resultado de mucha disciplina, de un trabajo constante, de aprender de los fracasos y de seguir adelante a pesar de todo. Nunca olviden que el trabajo dignifica, y que cada pequeño paso que den los acerca más a sus sueños. Y lo más importante, nunca dejen de creer en ustedes mismos, porque esa es la clave para superar cualquier obstáculo.
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