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Solange Rodríguez: Una mirada desde la ficción y lo insólito

“No todo el mundo nace para ser escritor, pero tiene derecho a contar una historia o escribir una novela”, asegura.

Fecha Publicación: 05/07/2021 - 03:56
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POR WILLY DEL POZO

A través de sus historias, Solange Rodríguez crea una atmósfera mágica, con personajes femeninos muy definidos. Va de la mano con lo fantástico haciendo que este género nos cautive con su propuesta.

Sientes que el acto escritural es como una levitación, una catarsis.

No. Más bien cada vez interpreto más la escritura como un acto de voluntad, donde comprendo que hay que establecer una distancia con la persona que eras antes. La escritura es un acto de evolución y de preguntarse cómo se relaciona uno con el mundo. Es un acto de responsabilidad ya que el tiempo es algo valioso tanto de quien escribe como de quien lee.

“Balas perdidas” es acaso el quiebre en tu obra y que te abre nuevos horizontes.

Tal vez sí, salió la primera edición en el 2010, en Perú precisamente, y me marcó un antes y un después. Cuando este libro fue premiado con el Joaquín Gallegos Lara me abrió nuevos horizontes y visiones que se consolidan después en el año 2015 con La bondad de los extraños.

El género fantástico cada vez tiene más adeptos, en el Perú se organizan varios encuentros, ¿cómo lo calificas?

Me parece muy bien. Entre Perú y Ecuador tenemos cosas en común porque hemos vivido sucesos históricos bastante parecidos y estamos despertando a otros géneros, un poco tarde, pero allí están. Hay un retorno también a la voz de la mujer como nunca antes se ha hecho. Celebro que en el Perú se organicen encuentros de ciencia ficción, a Ecuador no le pasa todavía.

Son necesarios los talleres de creación literaria, ¿el arte no es innato?

No todo el mundo nace para ser escritor pero sí tiene derecho a contar una historia o escribir una novela sin aspiraciones mayores y los talleres pueden dar esas herramientas para conseguirla. Hay gente que quiere contar su vida, algo que tiene entre pecho y espada. Los talleres tienen que saber sus límites. La disciplina la pone quien está motivado por el acto escritural. Se tiene derecho tanto a contar como a leer.

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