Proyecto Especial Legado: un fracaso político, deportivo y económico | Millones gastados, cero transparencia y deporte abandonado
Sin mantenimiento adecuado, muchas de las sedes deportivas construidas para Lima 2019 están en riesgo de deterioro y abandono.
Han pasado seis años desde la realización de los Juegos Panamericanos Lima 2019 y aún no existe un informe detallado que presente, con números, métricas e indicadores claros, si el evento dejó un impacto positivo o negativo en el país. No hay transparencia, no hay rendición de cuentas y no hay datos verificables en el Proyecto Especial Legado que permitan evaluar si la multimillonaria inversión realmente transformó el deporte peruano y fue beneficiosa para el país en términos económicos, turísticos y de promoción internacional.
Lo que sí se observa con claridad es la continuidad de errores, la improvisación y el uso político del deporte, de la infraestructura y de los recursos destinados a la actividad deportiva. A pesar de los fracasos evidentes y la falta de resultados concretos en la mejora del deporte nacional, el Perú irresponsablemente se prepara para organizar los Juegos Panamericanos 2027 y los Juegos Bolivarianos.
¿Cómo se justifica esta decisión?
¿Cómo se justifica esta decisión sin una evaluación seria y sin hechos que respalden su conveniencia? ¿Quién asume la responsabilidad de este despilfarro sistemático?
El Proyecto Especial Legado, creado con la intención de administrar la infraestructura heredada de Lima 2019, ha sido un desastre en su ejecución. Lo que se vendió como un plan para potenciar el desarrollo del deporte peruano terminó convertido en un símbolo de ineficiencia, derroche y falta de planificación. Su propósito original era garantizar que los escenarios deportivos construidos con una millonaria inversión fueran utilizados para el crecimiento del deporte nacional, pero en la práctica, muchas instalaciones han permanecido subutilizadas, alquiladas para eventos privados o abandonadas en un estado de deterioro alarmante.
Más que un motor de desarrollo deportivo, se ha convertido en una carga financiera innecesaria que no ha generado un impacto tangible en el talento y el alto rendimiento de los atletas peruanos.
Un traspaso que no resuelve nada
El escándalo no se detiene ahí. La reciente decisión del Gobierno de transferir la administración del Proyecto Especial Legado al Instituto Peruano del Deporte (IPD) ha dejado al descubierto la ineficiencia estructural de ambos organismos. Se reveló que, de los casi S/140 millones destinados al Proyecto Especial Legado, más del 55 % estaba asignado exclusivamente a operaciones y mantenimiento de infraestructura improductiva.
Este hallazgo confirma que el altísimo costo de mantener estos escenarios no ha estado respaldado por un plan eficiente de uso deportivo ni por políticas públicas claras para garantizar su aprovechamiento. Se ha privilegiado el gasto descontrolado en burocracia antes que el fortalecimiento de programas de desarrollo de atletas.
¿Cómo se justifica este gasto si no hay una estrategia clara de crecimiento deportivo en el país? ¿Por qué nadie rinde cuentas sobre estas decisiones?
El IPD: ¿solución o más problemas?
La gran interrogante es si esta transferencia de funciones al IPD realmente resolverá los problemas o simplemente agravará la crisis. El IPD, históricamente, ha demostrado ser un organismo ineficiente y plagado de malas gestiones en la administración de infraestructura deportiva. Basta con observar el estado deplorable de muchos escenarios deportivos bajo su control: canchas destruidas, coliseos abandonados y espacios que deberían estar en uso por los deportistas, pero que permanecen cerrados o en ruinas.
La falta de planificación y la inoperancia han convertido al IPD en un ente obsoleto que, lejos de impulsar el desarrollo del deporte, lo obstaculiza. Entonces, ¿realmente es una buena solución que el Proyecto Especial Legado pase a manos del IPD o estamos presenciando otro juego político donde los únicos beneficiados son los burócratas y no los deportistas?
La falta de transparencia sigue siendo la norma
Lo más alarmante es que, a pesar de todos estos errores y la falta de rendición de cuentas, las autoridades siguen insistiendo en la organización de los Juegos Panamericanos 2027.
Si se toma como referencia el caso de los Juegos Olímpicos de París, donde en solo 45 días se publicó un informe de transparencia sobre los resultados económicos y deportivos, la situación del Perú es vergonzosa. Han pasado seis años desde Lima 2019 y nadie tiene acceso a las cifras reales del impacto económico y deportivo del evento.
No hay estudios técnicos que demuestren si la inversión ha generado beneficios a largo plazo. En su lugar, lo único que se ha visto es una serie de discursos políticos y declaraciones triunfalistas sin sustento real, alimentando una falsa narrativa de éxito cuando la realidad apunta en la dirección opuesta.
El Perú necesita un cambio en su política deportiva
El país necesita urgentemente una política deportiva seria, basada en planificación, transparencia y eficiencia. No se puede seguir despilfarrando dinero en infraestructura que no sirve a los deportistas ni organizando eventos internacionales que solo benefician a políticos en busca de popularidad y contratos millonarios.
La reciente transferencia del Proyecto Especial Legado al IPD es una decisión que puede terminar siendo peor que la enfermedad misma. Sin una reforma estructural del sistema deportivo peruano, lo único que se logrará es perpetuar el fracaso.
El Gobierno debe rendir cuentas, establecer objetivos medibles y garantizar que el deporte deje de ser una excusa para el despilfarro y el oportunismo político.
Un legado vacío
El supuesto “Legado” de Lima 2019 tenía la oportunidad de marcar un antes y un después en la historia deportiva del país. Sin embargo, lo que se ha obtenido es una cadena de malas decisiones, corrupción encubierta y una absoluta falta de resultados tangibles.
Si el Gobierno sigue apostando por repetir los mismos errores en los Juegos Panamericanos 2027 sin corregir las deficiencias previas, la historia solo se repetirá: más dinero perdido, más promesas vacías y más deportistas abandonados por el Estado.
El Perú merece una verdadera transformación deportiva, no un legado vacío que solo sirve para discursos políticos sin impacto real en el crecimiento del país.
Deporte peruano a la deriva
Seis años después de Lima 2019, el país sigue sin un informe claro sobre el impacto real de los Juegos Panamericanos.
El Proyecto Especial Legado, creado para administrar la infraestructura deportiva, se convirtió en un símbolo de ineficiencia y despilfarro.
La transferencia del Legado al IPD genera dudas: ¿se trata de una solución real o de otro movimiento político sin rumbo?
A pesar de la falta de resultados, el Perú insiste en organizar los Panamericanos 2027 sin una evaluación seria.
Sin planificación ni rendición de cuentas, el deporte peruano sigue a la deriva mientras los políticos sacan provecho.
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