Canciller Ana Cecilia Gervasi en la cuerda floja
Definitivamente, las movilizaciones no son autofinanciadas por la población, señala Juan Carlos Liendo. Para Ghersi son solo declaraciones ingenuas.
Según el diario norteamericano The New York Times (NYT), la ministra de Relaciones Exteriores, Ana Cecilia Gervasi, declaró a este medio que el gobierno peruano no tiene pruebas de que haya azuzadores ni delincuentes tras las protestas que han puesto en jaque a la presidenta Dina Boluarte.
Pero la titular de Torre Tagle dijo que las investigaciones sobre el papel del narcotráfico, la minería ilegal y Sendero Luminoso estaban en curso y añadió tener «la seguridad de que contaremos con esa evidencia muy pronto».
Es decir, comprobar, en base a los indicios que hay hasta la fecha, como las personas descubiertas repartiendo dinero, de que los manifestantes «están siendo financiados definitivamente por alguien», según Gervasi.
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Este último detalle ha sido minimizado por el medio neoyorquino en su edición de ayer, más aún cuando la ministra dedujo que son los citados grupos criminales «los que se benefician del caos que hay en el país».
Para el NYT: «Apenas hace una semana, horas antes de las marchas en Lima, (…), Boluarte sencillamente acusó a criminales de impulsar las protestas en un mensaje a la nación». «Eso no es una protesta pacífica. Eso es una acción violenta generada por un grupo de personas radicales», dijo, que tienen una agenda política y económica «basada en el narcotráfico, en la minería ilegal y el contrabando».
Un tal Omar Coronel
La mejor prueba del informe del NYT de que el gobierno peruano de Dina Boluarte no tiene pruebas de que haya azuzadores ni delincuentes tras las «legítimas protestas» son las declaraciones de Omar Coronel Cuadros, un sociólogo de la Universidad Católica que se presenta como estudioso de las protestas y los movimientos sociales.
Coronel asegura que «el discurso en torno a los actores ilegales que financian las manifestaciones se ha utilizado desde la década de 1990 para deslegitimar las protestas que normalmente carecen de una organización centralizada», según el diario en mención.
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