El feminicidio: '¡Mía o de nadie, por eso la maté!', el mensaje de los depredadores
Más de 160 mujeres han sido asesinadas en el Perú por hombres desalmados aduciendo que las amaban.
El ataque constante a las mujeres es una cosa de todos los días, y en la mayoría de los casos terminan en muerte, este es un estereotipo que debe ser sancionado drásticamente y con todo el peso de la ley en contra de hombres desalmados, sin principios y sin amor propio.
Un caso reciente y que no debe quedar como una cifra más, es el ocurrido en el Restaurante Panchita de Miraflores. Felipe O Neill, se citó en dicho restaurante con su pareja Rosa de Jesús Benavides y sin mediar ningún tipo de razón lógica, este saco un arma de fuego y le disparo en medio del asombro de varios comensales, posteriormente salió del establecimiento, se encerró en su auto y se dio un tiro en la cabeza muriendo en el acto.
Aunque hasta el momento se desconocen los motivos que llevó a O Neill a tomar esta decisión, es una prueba más de los abusos que se cometen contra mujeres indefensas, algo que debemos llevar en nuestra memoria y no olvidar jamás para que no se vuelva a repetir.
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La definición más común de feminicidio es aquella que lo conceptualiza como el asesinato de una mujer por razones de género (Russell, 2008), siendo que en la actualidad cada 10 minutos es asesinada una mujer por motivos de género. El Plan Nacional contra la Violencia Hacia la Mujer 2009-2015 lo definió como los homicidios de mujeres en condiciones de discriminación y violencia basados en el género. Como definición general, la precisión y adaptación del feminicidio a contextos culturales y sociales es más discutida. Mientras que algunas autoras han optado por definir el feminicidio como la consecuencia de estructuras de poder en un sistema patriarcal.
El término femicide registra esporádicos antecedentes de uso en el idioma inglés desde comienzos del siglo XIX, pero comenzó a difundirse desde que Diana Russell lo utilizara en 1976 ante el Tribunal Internacional de los Crímenes contra la Mujer, y sobre todo desde que instalara el concepto con sendas publicaciones realizadas en 1990 y 1992. La introducción al idioma español se produjo a partir de la segunda mitad de la década de 1990, a raíz de la traducción del concepto aportado por Russell y en el marco de las revelaciones sobre impunidad en los asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez en México, para poder expresar la gravedad de una conducta generalizada en la sociedad contemporánea, para la que no había una palabra en especial.
Además, en ese mismo periodo, 108 mujeres han sufrido tentativas de homicidio a nivel nacional. En ambos casos, la mayoría de las víctimas tiene entre 18 y 25 años de edad.
El reporte señala, igualmente, que los agresores actuaron con crueldad pues atacaron a sus víctimas (en su mayoría convivientes) con golpes (43%), asfixia (26%) y acuchillamientos (32%). El feminicidio se ha convertido en cosa de todos los días, teniendo como protagonistas a las mujeres que en un 95% fueron asesinadas por sus parejas o exparejas, con cifras verdaderamente alarmantes.
El Estado no se manifiesta
El Estado aumenta las condenas, pero no ataca las raíces del problema; conflicto en hogares, golpes físicos o psíquicos, abandonos y violencia histórico-social Son los factores determinantes. En ellos, machismo consciente e inconsciente (ellas son objeto de control y castigo si se resisten). Los varones no procesan que la mujer no es un ser inferior. El origen de los celos es el desamor sentido en la infancia frente a la madre; también vivenciaron desborde de impulsos en casa. La pareja es solo detonante. En ellas; experiencia de padre maltratador y madre sumisa. La madre les hizo sentir soledad interna y desamparo, prefiriendo maltrato a sentir aquello; y/o, padre abandonador, maltratador; no fueron las preferidas.
Se presenta por etapas. Inicialmente él la engríe; ella piensa: “Por fin soy amada como siempre soñé, y los celos son la prueba”. No sabe que hambre de amor es de infancia y nadie lo saciará porque es un trauma. Celos, odio, impotencia y necesidad de control se incrementan; golpes. Después pide “perdón y ella se la cree”: lo necesita para sufrir; es agresiva pasiva, el espiral de violencia crece. Mayor maltrato que ratos de caricias, decide dejarlo. Puede buscar un tercero. Él se llena de odio asesino y actúa.
La conclusión, es que, sin ayuda de psicólogos o trabajadores sociales de la familia, solo seguirá el baño de sangre y la victimización de la mujer.
El feminicidio se ha convertido en cosa de todos los días, teniendo como protagonistas a las mujeres que en un 95% fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. El Estado aumenta las condenas, pero no ataca las raíces del problema. Según el Ministerio de la Mujer, 195 féminas han sido asesinadas por sus propias parejas entre enero y julio de 2013 hasta la fecha.
Casos de feminicidio en Perú
- Caso de la embalsamada
La violencia de género es un flagelo que parece no tener freno, y muestra además un deficiente accionar de la justicia. El asesinato de la terramoza Ana Carolina Valle Hernández (18) por parte de su pareja, el transportista José Luis Salas Santiago (35), fue solamente un último acto, previsible, anunciado por muchos signos que nadie quiso ver y menos denunciar.
Anita, como llamaban de cariño a esta auxiliar de tripulación del Grupo Soyuz, fue masacrada a golpes, hasta la muerte, por el hombre que aquella tarde del 17 de enero pasado había jurado amar para siempre.
El amor solo duró ocho meses para José Luis. Sus celos enfermizos terminaron por desquiciarlo.
Ana Valle, joven de 18 años, que trabajaba como terramoza, fue masacrada a golpes por José Salas, con quien tuvo una relación de ocho meses. Después, alistó el cuerpo de ella y la envió como encomienda a Chincha, adonde viajó a recibirla. Expertos aseguran que, en casos como este, hay un entorno social que no hace nada para impedir violencia.
Luego de matarla de una brutal golpiza, José Luis Salas embalsamó los restos de Ana Valle Hernández y los envió por encomienda a una ciudad sureña.
Un chofer de la empresa Soyuz, que asesinó de una brutal golpiza a su pareja y enterró sus restos en un descampado en Chincha, fue capturado por efectivos de la Policía Nacional.
El horrendo crimen ocurrió, luego de que José Luis Salas llevara a la terramoza Ana Valle Hernández hasta su departamento, ubicado en La Victoria, donde, tras sostener una pelea por celos, la golpeó salvajemente hasta matarla.
Con el objetivo de esconder el homicidio, embalsamó los restos de la joven y los envió por encomienda hasta Chincha. Luego viajó al lugar y los enterró en un descampado.
Según los investigadores, el sujeto indicó que cargó el cuerpo hasta el kilómetro 170 de la Panamericana Sur. Sin embargo, las huellas de un vehículo encontradas en el lugar desmentirían su versión y confirmarían que hubo otras personas involucradas en este nuevo caso de feminicidio.
La familia de la víctima, quien deja en la orfandad a una niña, exige que el asesino reciba todo el peso de la ley.
La Policía capturó a Nancy Quillas y Saúl Flores, chofer de la citada empresa (Soyuz), quienes estuvieron bebiendo licor con la víctima y el homicida el día en que fue reportada como desaparecida.
La Policía capturó a dos implicados en el crimen de Ana Valle Hernández, la terramoza de 18 años que fue asesinada a golpes por su pareja José Luis Salas Santiago (un chofer de la empresa Soyuz) y enterrada en un descampado de Chincha.
Los detenidos, Nancy Quilla Prieto y Saúl Flores, también chofer de Soyuz, estuvieron bebiendo licor con la víctima el día en que fue reportada como desaparecida.
Quilla fue detenida en la víspera y conducida junto a Salas Santiago hasta el kilómetro 170 de la Panamericana Sur para que este último señalara el lugar donde se encontraba oculto el cuerpo de la joven terramoza, el cual embalsamó antes de transportarlo. En tanto, Flores fue intervenido por sus propios compañeros de trabajo y entregado a las autoridades cuando arribó al terminal de la empresa ubicado en La Victoria proveniente de una ciudad del sur del país.
Las investigaciones señalan que una persona (no especificaron si sería uno de los detenidos) habría ayudado a José Luis Salas Santiago para que envíe los restos como encomienda en un ómnibus interprovincial hasta Chincha.
- Cadena perpetua
Dennis Rivero Sandoval fue el desalmado que apuñaló y mató a su expareja en el hospital Carrión del Callao. Este sujeto podría recibir una pena no menor de 30 años de cárcel y hasta la cadena perpetua, según la ministra de la Mujer.
“La pena máxima se justifica en que existen agravantes de feminicidio, como la ferocidad y la premeditación”, dijo.
Tras apuñalar a Elena Aponte, el agresor ingirió veneno, pero fue auxiliado a tiempo y trasladado al hospital Sergio Bernales de Comas.
- La descuartiza y la tira al río
Un macabro hallazgo en la vertiente del río Rímac, la mitad del cuerpo de la víctima fue encontrado en Jicamarca, y el resto fue hallado en Puente Nuevo. El móvil del crimen fue la negativa de la mujer de regresar con su cónyuge.
A menos de tres días de que un joven asesinara y descuartizara a su hermano, un caso similar conmocionó a la capital. Esta vez, un confeccionista de prendas de vestir acabó con la vida de su esposa y luego de cercenar sus restos, los arrojó cerca del río Rímac en San Juan de Lurigancho.
Este tétrico crimen ocurrió la madrugada en la vivienda ubicada en el jirón Piroxeno 624, urbanización Manco Inca, en el mencionado distrito. Ahí vivía la víctima, identificada como Aura Arteaga Ipanaque (29), con sus dos hijas.
Su esposo Norberto Melgarejo Picoy (26), de quien estaba separada desde hace unos meses, llegó a visitarla. Ambos sostuvieron una pelea e, incluso, una de las hijas vio cuando su padre golpeaba a su madre.
Al amanecer del miércoles, la mujer simplemente había desaparecido. Sus hermanas denunciaron el hecho en la Divincri del referido distrito.
Todas las sospechas recayeron en Melgarejo. Así, al ser interrogado por la Policía, este confesó que había asesinado a su pareja.
Dijo que la había estrangulado y luego descuartizado con una sierra y un cuchillo. Parte de los restos los enterró a orillas del río Rímac, a la altura de Puente Nuevo.
También llevó a los detectives a una casa deshabitada en el sector El Valle, en Jicamarca, donde también habría intentado ocultar el cuerpo. Se informó que el móvil del crimen fue la negativa de la mujer de regresar con su cónyuge.
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Dos casos, de similares características teniendo como víctimas a mujeres que engrosaron la lista de muerte por feminicidios se dieron en fechas cercanas.
El 24 de agosto, Elena Aponte Cárdenas, trabajadora de limpieza de Diresa, murió apuñalada por su esposo Denis Rivero Sandoval en el hospital Carrión del Callao.
Dos días después, lunes 26, el abogado Miguel Ángel Llerena Manchego se suicidó en Arequipa tras asesinar en Lima a su pareja, la abogada Carmen Murillo Herrera.
Es realmente alarmante la cifra de muertes que sigue en aumento, sin que las autoridades puedan detener este flagelo de abuso y criminalidad.
Según especialistas
El feminicidio o femicidio define un acto de violencia extrema contra las mujeres por razones machistas o misóginas, es una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendida, arraigada y tolerada en el mundo. Forma parte del concepto más amplio de violencia de género. Los científicos sociales y las normas nacionales e internacionales tienen considerables diferencias tanto en la definición sociológica, como en la definición jurídica del término, diferencias que se extienden a los conceptos vinculados de género y violencia de género. Es la forma extrema de violencia de género, causado por odio o desprecio a su condición de mujer, que degenera en su muerte producidas tanto en el ámbito público como privado. (Artículo 15, Numeral 20, Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia). El problema de definición del concepto se agrava por la dualidad feminicidio/femicidio, que en algunos casos se consideran sinónimos y en otros casos definen diferentes actos y situaciones sociales.
El concepto se instaló a partir de la década de 1990 para focalizar y estudiar una de las expresiones más extremas de la violencia de género, como es el asesinato de mujeres, revelando que se trata un mal global con mecanismos generalizados de impunidad, que alcanza proporciones epidémicas.
La violencia contra las mujeres y las niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendida, arraigada y tolerada en el mundo. Esta violencia es tanto causa como consecuencia de la desigualdad y de la discriminación de género.
El feminicidio no se circunscribe exclusivamente al acto homicida, sino que se extiende a un contexto más complejo que incluye la trama social, política, cultural, institucional y económica que lo propicia, lo encubre y despliega los mecanismos para que quede impune.
Por Andrés Dávila
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