Prófugos, atrincherados y rebeldes: ¿quién manda en el Perú?
Desobediencia no es la excepción, se volvió norma entre quienes ejercen poder.
En el Perú de hoy, obedecer es una excentricidad y respetar la jerarquía institucional parece una tradición en extinción. La desobediencia no solo se institucionalizó, sino que se convirtió en el deporte nacional predilecto de nuestras más altas autoridades.
Fiscales, jueces y hasta líderes políticos prófugos eligen, de forma sistemática, ignorar la ley, desobedecer a las instancias superiores y burlarse del Estado de derecho con una soltura que avergonzaría a cualquier república seria.
El primero es Vladimir Cerrón. Prófugo y a meses de cumplir dos años en la clandestinidad por casos que lo involucran de lavado de activos. La Policía asegura buscarlo, pero él sigue tuiteando como si nada desde su guarida.
Su ahora abogado, Humberto Abanto —el mismo que defiende a Patricia Benavides—, justificó la fuga, arguyendo que su cliente huye de una “privación ilegal”. Es decir, le dictan prisión preventiva y él responde con una fuga sin remordimientos.
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Mientras tanto, Delia Espinoza no se queda atrás. La Junta Nacional de Justicia (JNJ), órgano constitucionalmente facultado, ordenó el regreso de Patricia Benavides como fiscal suprema y fiscal de la Nación, pero Espinoza se atrincheró en la Fiscalía, convocó a una vigilia y se autoproclamó garante de la democracia.
Por otro lado, cuando el Congreso modificó el Código Procesal Penal para devolverle a la Policía la capacidad de investigar delitos, la Junta de Fiscales Provinciales de Lima Centro lo calificó de inconstitucional y simplemente decidió no aplicarlo.
Todo esto ocurre mientras el Poder Judicial está en el ojo del huracán al suspender a Patricia Benavides de un cargo que no ejerce, en un proceso exprés que haría palidecer a cualquier república bananera.
Hoy, Perú es un país donde la autoridad es ornamental, las resoluciones judiciales se cumplen “según convenga”, las leyes del Congreso se ignoran sin consecuencias, y los prófugos tienen más libertad que los ciudadanos sin procesos.
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