Griselda Blanco es considerada como “la viuda negra” del narcotráfico
Griselda Blanco, la jefa narco que mató a 250 personas, asesinó a sus tres maridos y fue madrina de Pablo Escobar. Murió en su ley, ultimada de dos tiros en la cabeza por sicarios colombianos.
Colombia tuvo varios capos mafiosos muy temidos, unos más sanguinarios que otros. Sin embargo, el periodo que dominó Griselda Blanco sobresalió entre todos ellos, pues su historia es mucho más siniestra que la ficción de la película que acaba de realizar Netflix sobre ella, con Sofía Vergara como personaje central.
Ana Griselda Blanco Restrepo (Cartagena de Indias), 14 de febrero de 1943-Medellín, 3 de septiembre de 2012, fue una narcotraficante y criminal colombiana, fundadora del Cártel de Medellín.
Integró la cúpula del Cártel de Medellín y fue pionera del tráfico de cocaína y el crimen en Miami durante las décadas de los 70 y 80, siendo patrocinadora de Pablo Escobar en sus inicios con el narcotráfico, y controlando las redes de distribución en esa ciudad.
Su alias más popular, “la Viuda Negra”, se debe a que estuvo casada varias veces y fue sospechosa de haber causado las muertes de sus maridos. Fue, asimismo, considerada en su momento como una de las mujeres más ricas del mundo.
Tras operar impunemente durante dos décadas, fue encarcelada en 1985 por el asesinato de dos narcotraficantes cubanos, recuperando su libertad en la década de los 2000 luego de hacer un trato con el FBI. Fue, junto con los hermanos Ochoa y Carlos Lehder, los únicos capos colombianos del Cártel de Medellín en ser condenados y cumplir su condena.
Blanco tenía varios apodos. La llamaban “La Viuda Negra”, por haber asesinado a tres maridos, o “La Madrina”, por su comparación con la película “El Padrino” de Francis Ford Coppola, que le apasionaba. También por haber apadrinado a Pablo Escobar Gaviria en la conformación del Cártel de Medellín.
Traumas de la niñes
Una dura vida desde bien pequeña, que incluyó abusos y violencia, la convirtieron en una mujer dominante, con una brutal y cruel personalidad. Griselda fue una de las “pioneras” del tráfico cocaína hacia Estados Unidos durante las décadas de 1970 y 1980, con una aceitada organización que después siguió utilizando Escobar. Terminó, como muchos traficantes, ejecutada a sangre fría por sus rivales.
La madre de Griselda se quedó embarazada de su patrón, un hombre rico que no quiso reconocer al bebé. Desde ese momento la mujer vivió como pudo en la ciudad caribeña de Santa Marta, en el norte de Colombia. Cuando Griselda tenía 11 años ambas se mudaron a Medellín. La madre caminaba las calles de la ciudad y la pequeña comenzó a delinquir con una banda que ella misma había armado. Se dedicaban a pequeños robos y saqueos.
Griselda vivía en un hogar donde el maltrato era cotidiano, lo mismo que el abuso que sufría de parte de la pareja de su madre. Así se fue formando una personalidad violenta y antipática.
Un día su banda decidió dar un golpe grande y secuestró a un niño de nueve años, hijo de una familia acaudalada. Como los padres no pagaban la cifra pedida como rescate, Griselda hizo gala de su liderazgo matando de un disparo al menor. De esa manera comenzó la leyenda de “La patrona”.
Nace “La Patrona”
En la década de 1970, Griselda y Bravo vivían en Queens, Nueva York, y se dedicaban a traficar fuertes cantidades de cocaína y marihuana que compraban en Colombia, también en Perú y Bolivia. Griselda había impuesto su personalidad y ya era “La patrona”, mientras Bravo pasó a un segundo plano. Fue la que innovó la forma de introducir la cocaína a Estados Unidos: reclutó varias prostitutas conocidas y las usó como “mulas”.
En ese momento los controles eran muy laxos en los aeropuertos. Así que Griselda les rellenaba a las mulas los corpiños y el doble fondo de los zapatos de tacos con cocaína. También usó otros métodos, como falsos fondos en valijas, en jaulas de perros. Mantener la “jefatura” en un ambiente de hombres no era fácil, pero ella fue creciendo con ingenio y brutalidad. Contrataba sicarios para eliminar a rivales y todo aquel que se le oponía. “Griselda usó la crueldad, pero también la inteligencia”, cuenta Gallo.
En el pináculo del poder
A mediados de la década del 70 tenía todo el control. Una noche, enfadada porque había descubierto que su marido le robaba, lo encaró en Medellín. Hubo un tiroteo feroz donde Bravo recibió dos disparos en la cabeza. También fueron asesinados sus guardaespaldas.
Griselda resultó herida, aunque sobrevivió. Pero no era una mujer que le gustara estar sola. Así que buscó pareja y el elegido en esta ocasión fue un galán del narcotráfico, Darío Sepúlveda.
Dicen que fue el “gran amor de su vida”. Con él tuvo a su hijo más cercano: Michael Corleone Sepúlveda. Le puso ese nombre porque le encantaba “El Padrino”, la película de Francis Ford Coppola.
En esa época su organización estaba en Miami, donde la rivalidad y los enfrentamientos con otros narcotraficantes era moneda cotidiana. Pero su empresa crecía, extendiendo el tráfico de cocaína a San Francisco y Los Ángeles. Llegó a traficar más de 1,5 toneladas de cocaína al mes.
En paralelo creó un grupo de sicarios a los que apodaban “los pistoleros”. Mataban a quemarropa, utilizando motos para atacar y escapar. Por esa época conoció a Pablo Escobar, quien se dedicaba a la pelea de gallos y otras actividades por el estilo. A Griselda le gustó cómo se movía este pequeño delincuente, así que lo reclutó en su organización.
Escobar demostró que era hábil y ambicioso, y que el tráfico de cocaína le sentaba perfectamente. Griselda, después de un tiempo de prueba, lo convirtió en su socio.
Actividad delictiva
En abril de 1975, Griselda Blanco fue acusada de cargos federales por conspiración de drogas, junto con 30 de sus subordinados, en lo que en ese momento fue el caso más grande sobre tráfico de cocaína en la historia. Blanco huyó a Colombia antes de que pudiera ser detenida, pero a finales de los años 1970 regresó a Miami.
A Blanco se la conoce por haber participado en la violencia relacionada con la droga conocida como la “Cocaine Cowboys Wars” que afectó a Miami desde mediados de la década de 1970 hasta principios de la década de 1980. En 1994 fue acusada por las muertes de los narcotraficantes cubanos Alfredo y Grizel Lorenzo y del menor Johnny Castro.
Al presionar a uno de sus lugartenientes, la Oficina del Condado de Miami -Dade y el Fiscal del Estado obtuvieron pruebas suficientes para acusarla de los tres homicidios. Sin embargo, el caso se vino abajo por un tecnicismo que le permitió salvarse de una nueva condena y Blanco fue puesta en libertad el 6 de junio de 2004, luego de pasar diez años en la cárcel.
En 2008 hizo contacto, según el FBI, con Alexander, conocido como el “Yedai”, al que la Interpol relacionó con actos delictivos, asesinatos y distribución de drogas en Ecuador.
Blanco fue deportada a Colombia en 2004. Antes de su muerte en 2012, fue vista por última vez en el Aeropuerto Internacional El Dorado.
La caída de Griselda
Sepúlveda no comulgaba con la organización narco. Le resultaba muy violenta. De a poco se fue apartando y cometió el error de querer llevarse a su hijo. Griselda no lo perdonó.
Lo hizo investigar y descubrió que estaba escondido con el chico en Medellin. Hizo que un grupo de sicarios, disfrazados de policías, lo detuvieran en una ruta de la zona. Lo bajaron y lo ejecutaron frente a su hijo. Luego recibió a Michelle Corleone en Miami, llorando por la muerte de su marido.
Las muertes alrededor de su negocio llamaron la atención de las autoridades de Estados Unidos, que pronto la pusieron en el punto de mira. Se escapó en varias oportunidades, pero la detuvieron en California en 1985. La condenaron a 20 años de cárcel, pero no se amedrentó. Gastó una fortuna para mantener privilegios y lograr su extradición a Colombia.
En la prisión, desde donde seguía manejando la organización, conoció a su cuarto marido, Charles Cosby, un pequeño traficante que llegó a ella escribiéndole cartas donde le expresaba su admiración. Él empezó a manejar el negocio desde afuera, bajo la supervisión de ella, pero cometió varios errores y Griselda lo mandó a matar. Los sicarios fallaron y Cosby recurrió a la policía estadounidense, donde contó detalles de los crímenes de su mujer.
Griselda estuvo 19 años presa. La liberaron en 2004, a los 61 años, y decidió volver a Medellín, donde se instaló en una casona. Su vida había cambiado. Trató de vivir con tranquilidad. Contaba historias a quien quisiera escucharla, y bebía. Parecía que iba a pasar su vejez en calma.
Los hijos de Griselda
De su matrimonio con Carlos Trujillo nacieron Uber Trujillo, Dixon Trujillo y Osvaldo Trujillo, los cuales fueron asesinados en diferentes circunstancias. Así, de su tercer matrimonio con Darío Sepúlveda nació Michael Corleone, el único que a día de hoy sigue vivo.
Los tres hijos de apellido Trujillo se involucraron a lo largo de su vida en el negocio familiar, por lo que fueron víctimas de varios ajustes de cuentas que Griselda dejó pendientes al ingresar en la cárcel. Es por ello por lo que su tercer marido, Darío Sepúlveda, no quería en ninguna circunstancia que su hijo Michael se viera inmerso en esos ambientes, pues tan solo quería para él una vida normal y pacífica.
Según informó el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Osvaldo fue asesinado en un club nocturno de Medellín, en Colombia, en el año 1990. Fue víctima de una violenta agresión a manos de un grupo de sicarios mientras su madre permanecía cumpliendo condena.
A Uber lo atacaron durante un negocio de drogas y, finalmente, fue asesinado por una banda criminal. Fue víctima de un presunto ajuste de cuentas a causa de los negocios ilícitos de su madre, a quien no podían atacar puesto que se encontraba en prisión.
Finalmente, Dixon, que fue arrestado al mismo tiempo que Griselda, fue asesinado poco tiempo después de recibir la libertad en 1992. De acuerdo con la serie de Netflix, este fue asesinado con arma de fuego mientras caminaba hacia su coche.
Michael Corleone es el único de la familia Blanco que a día de hoy sigue con vida. Después de pasar varios años continuando el negocio familiar, por el que fue arrestado en diversas ocasiones, ahora es un empresario reconocido y creador de “Pure Blanco”. Esta es una marca de ropa con la que mantiene viva la memoria de su madre al imprimir su rostro en varios de sus diseños.
Sin embargo, en una aparición televisiva en el programa “Despierta América”, al que acudió para promocionar su libro “Mi madre, la madrina”, Michael ha revelado que uno de sus hermanos está vivo. “No lo comparto mucho, creo que esta es la primera vez que lo comparto públicamente, pero hablo de eso en mi libro”, asegura sin dar más detalles sobre su identidad.
El asesinato de Griselda
En la tarde del 3 de septiembre de 2012, Griselda Blanco fue atacada con un arma de fuego. Griselda recibió dos disparos en la carnicería Cardiso en la esquina de la calle 30; un hombre armado de 25 años de edad se bajó de la parte trasera de una moto fuera de la tienda, sacó una pistola y disparó dos veces a Blanco en la cabeza, para luego salir con calma caminando de regreso a su moto y desaparecer de la ciudad. Ella fue llevada a la Unidad Intermedia de Belén, donde murió a los 69 años de edad.
Muchos la odiaban en Colombia. En 2012, a los 69 años, un par de sicarios en moto, como los que ella había creado, la esperaron cuando salía de hacer compras en una carnicería y le pegaron dos tiros en la cabeza. Así fue el triste final de “la reina de la cocaína”.
La reina de la cocaína
A los 14 años se fue de su casa, harta de los abusos. Y pronto mostró todo su potencial en el mundo delictivo. “Ya quinceañera era una temible delincuente. Los hampones más grandes la codiciaban”, cuenta Iván Gallo en su biografía.
Formó pareja con Carlos Trujillo, un seductor falsificador de visas bastante mayor que ella. Tuvo tres hijos con este hombre, un alcohólico que terminó muriendo por una cirrosis. A los pocos meses se casó con Alberto Bravo, un pequeño traficante que la introdujo en el mundo de la cocaína. Se mudaron a Nueva York, donde comercializaban a diez veces su valor los cargamentos de cocaína pura que compraban a enfermeras de una clínica de Medellín.
La fachada era la empresa de importación y exportación que Bravo tenía con su hermano. Al poco tiempo ya habían expandido el negocio y se asociaron con un par de narcos que después conformarían el Cártel de Medellín.
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