Acuña incordia al poder Legislativo
El viernes pasado, esa sabandija conocida como César Acuña le facilitó a su súbdito, el impresentable presidente del Congreso, Alejandro Soto, una daga con la que este le asestó una fatal puñalada al poder Legislativo, que pudiese acabar –muy pronto– desatando una nueva clausura –en esta ocasión, por tiempo indefinido– al que, décadas atrás, denominaron primer poder del Estado.
Ese día, los idus se alinearon para remover de sus cargos a aquellos siete indescriptibles integrantes de la ahora omnipotente Junta Nacional de Justicia los –cada uno de los cuales recibe S/ 70,034.00 mensuales; la remuneración mas elevada del Estado (y un salario que escasísimos empresarios privados pueden recibir en el país)– tanto que tal vez por ello se crean por encima del bien y el mal; al extremo que se desempeñan permanentemente como si fuesen el primerísimo poder del Estado. Acuña es hoy un desacreditado político; aunque todavía con influencia, porque en la tierra del ciego, el tuerto es rey.
Tanto que se constituyó en aliado del golpista, corrupto, ágrafo Pedro Castillo, a quien su complejo universitario, lastimosamente presidido por Beatriz Merino, le aprobó una tesis y otorgó el titulo de Doctor sin que, siquiera, supiese leer ni escribir.
Este es el Acuña que endosaba los votos de los quince congresistas que colocó en el Legislativo con el 7.61% de votos que obtuvo en las elecciones de 2021, votando sistemáticamente contra la vacancia de Castillo, a cambio que este no interfiera en sus cuestionados negocios; entre ellos, el citado complejo universitario.
Es decir, los votos de hace año y medio del 7.61% de peruanos han sido suficiente dinamita como para rajarle los cimientos al Parlamento peruano, dejándolo knock out, por el momento; y listo para ser clausurado por tercera vez en cinco años por gobernantes que, más temprano que tarde, acabarán presos por corrupción o algún otro cargo de alto voltaje.
Cómo Vizcarra (perseguido desde 2019 por una Fiscalía neutralizada por su influencia); y por sucesivos presidentes como: Sagasti, Castillo, y ahora Boluarte; quien no dudaría en clausurar el Congreso si Cesar Acuña –quien ya dejó al Legislativo al borde de ser defenestrado– finalmente se opone a remover a los siete miembros de la omnipotente Junta Nacional de Justicia JNJ; y el poder Legislativo mantiene en sus cargos a los siete todopoderosos que integran su junta directiva.
Hablamos de gente enviciada por casi US$ 20,000 (veinte mil dólares mensuales) de su dinero, amable lector- que se llevan al bolsillo, sin ostentar las cualidades morales, menos profesionales, para ejercer las abusivamente graves competencias que tiene entre manos la permanentemente cuestionada JNJ.
La bajeza de la política nacional está retratada en el irreflexivo desempeño de Cesar Acuña, quien mueve los hilos de los gobiernos de acuerdo a sus particularismos intereses personales; y sobre todo crematísticos. ¡Así nunca haremos patria, amable lector! Así solamente viviremos al borde del estallido sociopolítico, envueltos en un asqueroso halo de corrupción, violencia y autodestrucción. Lamentablemente, esto es lo que, aunque muchos no lo crean, proyecta hasta hoy la casta política peruana.
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