Ahora pues, ¡ya viene Toledo!
En sólo tres meses y medio se cumplirán 22 años desde que Alejandro Toledo Manrique asumió la presidencia de esta nación. Reemplazó a Alberto Fujimori, a quien los caviares le denunciaron por corrupto, asesino y ladrón. En público juramento –y patrocinado por los caviares–, el 28 de julio de 2021 Toledo se comprometería ante el pueblo a "erradicar la corrupción a todo lo largo y ancho del país".
¡El desengaño fue monumental! ¡Y las consecuencias sencillamente devastadoras para nuestro país! Los caviares –recién se estaban acomodando en el poder– forzaron la renuncia de su archienemigo Fujimori para instalar a su amigo Toledo, a quien ya le conocían sus inclinaciones al fraude. Porque había recibido donados –por George Soros– US$ 1’000,000 dizque para la "Marcha de los Cuatros Suyos".
¡Y la mayor parte del dinero acabó en una cuenta a nombre de un pariente del hombre de Cabana, en un banco americano! Así arrancó la gestión del también llamado “cholo sano y sagrado”, como le decía su esposa y cómplice Eliane. Dos décadas después, sin embargo, hoy Toledo se apresta a regresar a esta escena de la miseria peruana, vestido con traje a rayas, directo a un calabozo de la Diroes adonde deberá compartir territorio con su némesis Alberto Fujimori y otro “cholo santo y sagrado” –como él– apellidado Castillo.
Un trío que, probablemente, le ha robado más a los peruanos que todo el resto de presidentes que ha tenido este país durante sus 202 años de vida republicana.
Por si fuera poco, todavía falta que la Justicia se encargue de enjaular a otros cuatro ex mandatarios –corrompidos– posteriores a Fujimori y a Toledo. Son Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Pedro Castillo. Estos seis exjefes de Estado integran lo que podría denominarse una “promoción de gobernantes delincuentes”, que han dirigido los destinos de la patria durante el cuarto de siglo más canalla y más desgraciado que haya soportado el Perú.
Es más, ni uno de ellos ha sido juzgado por los crímenes en serie que perpetraron a sabiendas –en pleno ejercicio de sus funciones– a través de robos y/o de la organización criminal que algunos montaron para cometerlos. El único de estos seis que purga carcelería es Castillo, porque cometió otro delito –constitucional– infraganti (un golpe de Estado), que lo llevaría ipso facto al calabozo. ¡Aunque viene empezando a ser juzgado por la multiplicidad de crímenes en los cuales está envuelto, en calidad de jefe de la banda criminal que usó para ejecutarlos!
Toda justicia tardía alentará a quienes sustituyan a un presidente corrupto para hacer eso mismo, alucinando que ellos no dejarán huellas. ¡Cuidado fiscaletes Vela/Pérez! ¡Ninguno de esos seis expresidentes corrompidos que se llevaron miles de millones de dólares –propiedad del Estado– tiene condena; inclusive ni proceso abierto! ¡La corrupción continuará creciendo mientras esta sociedad no vea consentida y ejecutoriada una sentencia a firme, que condene con severas penas de carcelería a quienes le han robado al Estado, en el ejercicio de sus funciones como máximas autoridades del gobierno peruano.
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