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Al traste

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Fecha Publicación: 28/09/2023 - 22:00
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29 de setiembre del 88 no es una fecha más para el vóley peruano. Tenemos desde ese día una espina clavada en nuestro menguado ranking de éxitos. Imposible olvidar.

Perdimos el oro en Seúl y nos quedamos con la plata olímpica. No lo digerimos aún luego de 35 años. Ese trance doloroso es un niño de pecho al lado de lo que hemos vivido en las últimas semanas, pródigas en acercarnos al descalabro que vivimos después de años dorados. Hemos formalizado un desmadre de “haber tirado por la borda” la historia y el prestigio del deporte estandarte, del ícono deporte Marca Perú, vilipendiado y humillado, a costa de infelices decisiones de todos los organismos del Estado, comenzando por el Poder Ejecutivo, siempre mirando de costado, el IPD en su ridículo papel y cuanta directiva de la FPV se te podría ocurrir.

Pasaje indigno de habernos instalado en el último lugar del sudamericano de Recife no solo sumando derrotas al hilo sino perder ante un verdugo aprendiz, la selección de Chile, a la que sabíamos superar hasta con infantiles. No debería alarmarnos este inédito y bochornoso episodio en el vóley peruano, si nos remitimos a sus antecedentes plagados de idas y venidas, de nombramientos de técnicos incapaces, de planes incoherentes y necios, de estar rodeados de jugadoras que prefieren irse al extranjero y renunciar a jugar por el Perú, perdiendo identidad y postergando esa grandeza que significa defender la camiseta nacional, como lo hicieron nuestras glorias en Mundiales y Juegos Olímpicos.

Pero faltaba la cereza en la torta como dicen algunos distinguidos jurisconsultos, por cuanto Perú cayó hace poco en sus 7 compromisos en el preolímpico de Japón dando vergüenza a costa de una escuadra que trae un set ganado a Turquía, campeón del mundo y primer clasificado a París 24, y dos a Argentina. Vaya consuelo.
Cuando el deporte de la net alta en el siglo pasado y ya en proceso de crecimiento, se discutía con sólo 6 clubes, en la extinguida Disunvol, apenas eran 10 cotejos por temporada, muchísimas veces en la Bombonera del Nacional y una que otra vez en el Coliseo Champagnat de Miraflores, cuando no había esos escenarios impecables del Legado, ni los pisos que evitaban las lesiones y hasta irrecuperables lesiones en las rodillas de nuestras valientes guerreras.

Cuando la televisión no existía para el vóley, cuando el periodismo lo pensaba diez veces antes de cubrir sus jornadas, mientras aparecían los resultados más insospechados, cuando nos acercábamos a tener un universo de jugadoras formadas de la sapiencia de Akira Kato y Man Bok Park, egregios personajes a los cuales nunca será suficiente el agradecimiento del Perú.

Esa riqueza y ese orgullo ha sido enviado al traste. Debacle anunciado que se prolongará por mucho tiempo. Estamos en caída libre, bajo esa fétida prédica de elecciones democráticas que nada han aportado al deporte nacional. De esos antiguos y ridículos procesos que nacieron torcidos cuando los avivatos esperaban a votantes distraídos en la tradicional puerta 4 del Coloso de José Díaz para pedirle su voto.
No estamos para dorar la píldora, hoy andamos en un capítulo nefasto del vóley que dejó ser deporte de bandera. Esos responsables deben ser borrados para siempre.

Por Bruno Esposito Marsan

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