¡Aviven el seso, congresistas!
El jueves pasado, el Congreso fue testigo de dos hechos claves, simultáneos. Primero la sorpresiva –aunque inoportuna– puesta en escena del trascendental asunto de la cámara de Senadores, para que el Congreso vuelva al sistema de la bicameralidad. Segundo fue el brillo de la astucia política de las izquierdas, ante sus grises pares del centro y la derecha política local. Sobre lo primero, es evidente que un debate del debido calibre para regresar a las dos cámaras en el Legislativo demanda muchísima madurez, conocimiento, experiencia.
¡Pero además, generar el ambiente propicio! ¡Nada de esto sucedió aquel día! Faltó entonces el elemento fundamental de toda puesta en escena para cambiar la Constitución: generar conciencia entre la ciudadanía para que comprenda las ventajas de la bicameralidad.
Algo muy complicado en la actual coyuntura de un Parlamento absolutamente manipulado por los partidarios del obseso pro senderista quien, desde la cárcel, brega por deshacerse de la Constitución que más equilibrio, progreso y bienestar le ha generado al Perú; para cambiarla por otra que produzca miseria, calcando aquellos procesos comunistas de Cuba o Venezuela. Pero el jueves, el centroderecha peruano privilegió que primase la improvisación, el empirismo y la tontería, deviniendo el debate en un verdadero fiasco para los partidos que defienden el sistema democrático.
Entre tanto, la izquierda, cazurra, esperaba agazapada la hora para disparar su escopeta de dos cañones y manejar, a su manera, el tema de bicameralidad, desperdiciado por el centroderecha a través de una votación que fue insuficiente para alcanzar los 87 votos que hacían falta. Con apenas 86 votos, la sesión se convirtió en triunfo pírrico del centroderecha. ¡Aunque en un monumental festejo para las izquierdas! Porque esa votación consiguió sembrar la posibilidad para convocar a un referéndum, pariente cercanísimo de una constituyente. Mecanismo que, con habilidad y engaño -que dominan los izquierdistas-, podría transformar el referéndum en consulta popular, y así introducir de contrabando el inoportuno asunto de la reforma integral de la Constitución.
En síntesis, el malhadado tema de la bicameralidad deja muy mal sabor porque, como iniciativa fallida, pudiera servir para liquidar la precaria democracia y débil Estado de Derecho que exhibimos. Coyuntura que sería punto de partida para que, apelando a la táctica del judo, la izquierda fácilmente consiga imponer un referéndum, dizque para definir el tema del bicameralismo. Aunque en rigor, el comunismo de los cerrones, bermejos, bellidos, etc., le agregaría una pregunta: ¿Juan Pueblo quiere una nueva constitución? El centroderecha deberá trabajar denodadamente para conseguir que el Congreso ya no insista en este asunto de la bicameralidad, denegada en su primera votación.
Como fuere, las poquísimas mentes brillantes con que cuentan la bancadas de centro y derecha deberían evocar a Jorge Manrique, en su copla “Recuerde el alma dormida…”, cuando escribe “avive el seso y despierte, contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando.” Vulgarizando este estupendo texto, para que lo comprendan los congresistas, sería algo así como “despierten congresistas y miren cómo los bailan los rojos, cómo arruinan al Perú, tan callando...”.
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