ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

¡¡¡Ay, mamita, otra vez la Bicameralidad!!!

Imagen
Fecha Publicación: 14/06/2023 - 21:50
Escucha esta nota

A juzgar por el repentino debate acerca de la “bicameralidad” iniciado en la sesión plenaria del Congreso de la República de la semana pasada, el tema de la reforma política no estaba muerto; simplemente se había ido de parranda. Claro que —como mucho de lo que se origina en el Congreso— la reforma política puesta a discusión casi de manera sorpresiva por la Comisión de Constitución no era la que la ciudadanía reclama: la reforma total del sistema de partidos.

Se trataba más bien de la vieja aspiración congresal por revertir la unicameralidad que la caracteriza desde hace 30 años y en su lugar reponer la bicameralidad, habilitando a los actuales congresistas a participar en las próximas elecciones.

Se trata de un tema rechazado en 2018 por el 85 por ciento de la población en un referéndum y que además cuenta con el agravante de haber visto potenciado el rechazo ciudadano a todo lo relacionado con los bajos fondos de la política por la seguidilla interminable de escándalos, enfrentamientos, cierre de Congreso y vacancias presidenciales de los últimos cinco años.

Sin dudas, la bicameralidad, asociada con las democracias que mejor funcionan a nivel internacional, es una de las muchas reformas políticas que son absolutamente necesarias.

Los súper poderes de 130 congresistas en un país de 34 millones, le permiten al Congreso, por ejemplo, el enorme desatino de pretender una reforma política sustantiva sin sentir que sea necesario generar previamente un consenso, conducta que ahonda la brecha que le separa y aleja de la ciudadanía.

Por ello —en teoría— crear una segunda cámara (de senadores) y así aumentar en por lo menos 60 personas el número de representantes parece una buena idea, al diluir el poder individual de cada representante. La pregunta que surge, entonces, es la siguiente: ¿Están los partidos políticos en condiciones de ofrecerle a la ciudadanía candidatos idóneos para una representación mayor? A la luz de la experiencia de los últimos años la respuesta es un rotundo No.

La democracia peruana ha sido calificada con justicia como “una democracia sin partidos” y —añado yo— como “una democracia de partidos sin democracia”. El problema entonces no es la ausencia de partidos sino la existencia de “partidos con dueños”, que representan casi exclusivamente los intereses de quienes los patrocinan, haciendo todavía más patética la crisis de representación, y haciendo más compleja la correcta supervisión y regulación del papel del dinero en la política.

Por ello, bicameralidad sí, pero de la mano de una reforma política amplia y transformadora, que incluya elementos de la democracia deliberativa y de la democracia directa. Pero que sobre todo transforme los arcaicos partidos políticos de hoy en partidos políticos del siglo XXI, preocupados por los temas que le preocupan a la nueva generación y que sean capaces de asimilar y aprovechar correctamente la tecnología (democracia digital). Entonces sí tendrá sentido la bicameralidad.

Por Carlos Anderson

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.