Bajémonos de las nubes
El caos político, sumado a la incompetencia de sucesivos presidentes –todos procesados por corrupción, y otros caminos a esto mismo– comienza con Toledo, el inefable hombre de Cabana quien, sin serlo, fungía de político y economista.
Luego vino el chueco Ollanta, abrazando el credo venezolano tras recibir el respaldo político –se dijo que asimismo económico– del impresentable Maduro. A la mitad de su penosa gestión, intentó dar un giro copernicano con una economía resentida por su inicial impronta izquierdista.
Fue insuficiente. Lo hereda Pedro Pablo Kuczysnki, con diplomas de estadista, siendo su metier los lobbies y grandes negociados; tanto que acabó forzado a renunciar para salvarse de la vacancia. A PPK lo sucede Martín Vizcarra, avispado exgobernador moqueguano que llegó a palacio ya imputado por corrupción, como vicepresidente de PPK.
¡Aunque acabaría como presidente de la República! Vizcarra no tuvo la más pálida idea de cómo gestionar el país. Para empezar, desatendió la sanidad pública en plena pandemia, razón por la cual el Perú registra el récord mundial como el país con más elevado porcentaje de muertes per capita por el Covid. Pero, aparte, durante todo un semestre cerró las actividades productivas nacionales hasta asfixiar al empresariado. De refilón, Vizcarra dio un golpe de Estado para cerrar el Congreso, con los graves perjuicios que aquello generó.
Finalmente acabó vacado también por corrupto. Tras Vizcarra vinieron dos anodinos congresistas como presidentes transicionales –Manuel Merino y Francisco Sagasti–; el primero duró tres días en el cargo; el segundo siete meses. Finalmente, en forma accidentada asume la presidencia Pedro Castillo. En seis meses arrasó con lo que quedaba de Estado, enlodando más con toda clase de corruptelas y sembrando basura por todos los estratos para dinamitar el país y, apelando a los códigos comunistas, establecer un “nuevo” Estado, similar al de Cuba, Venezuela, Bolivia o Nicaragua.
¿Suficiente Armagedón para arruinar a cualquier nación tercermundista? ¡Todavía falta! Evidentemente acabamos rengueando, luego de casi 23 años de corruptelas y desvaríos. ¡Pero al menos logramos extirpar al mortífero tumor del comunismo sudaca! Aunque el destino hizo que la crisis no acabase allí. A Castillo lo sucedería Dina Boluarte, su exvicepresidente, sin estar preparada en lo más mínimo para ejercer la jefatura del Estado.
¡Y en estas andamos! Perdidos en medio del caos, lejanos siquiera de contar con un plan de gobierno, y amenazados por un Parlamento repleto de malandrines que sólo buscan saciar sus ansias de poder, muertos de hambre hambre por enriquecerse a costa del Estado. Hoy nos enfrentamos a la tormenta perfecta, navegando en una embarcación siniestrada.
La figura será pesimista. ¡Pero es lo que hay! Y si seguimos negando esa realidad, el despertar tras el caos será más dramático de lo que ahora parece. Entonces, al menos dejemos atrás el tradicional laissez faire, laissez passer que nos caracteriza y entendamos, de una vez por todas, que ni podemos ni debemos seguir votando por infames candidatos –para presidente y/o congresista– como esta pandilla de delincuentes e inútiles que, sistemáticamente, ha liquidado el país llenándose los bolsillos.
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