Basadre y la patria, hoy más que nunca

El pasado 12 de febrero recordamos 121 años del nacimiento del eminente hijo de Tacna, Jorge Basadre (1903-1980). En la recurrente coyuntura de pugnas políticas, que no tiene cuando acabar, y lo que es más grave, abandonando nuestra clase política la exigida agenda nacional reclamada por la ciudadanía, recordemos lo que dijera nuestro mayor historiador de la República: “Toda la clave del futuro está allí; que el Perú escape del peligro de no ser sino una charca, de volverse un páramo o de convertirse en una gigantesca fogata. Que el Perú no se pierda por la obra o la inacción de los peruanos” (En “La Promesa de la Vida Peruana”, 1958). La desidia por no contar con políticas de Estado para el día a día de las grandes necesidades de nuestras poblaciones, sobre todo, de las más vulnerables, es sencillamente imperdonable. Junto a esta frustrante circunstancia, está la ineludible realidad de la informalidad y la indiferencia que ha venido generando y promoviendo resentimientos que, con voluntad y compromiso de los actores nacionales, podría superarse, pero que por no haber nada profundamente diferente, seguiré creyendo que lo único que estamos creando son bombas de tiempo y su perfecto contexto para los anarquistas y extremistas.

Así, la única verdad es que no estamos organizados para afrontar los retos como Nación porque jamás hemos cultivado una sociedad educada y con prospectiva, capaz de armonizar su vida nacional con –repito– políticas de Estado que no tenemos porque solamente vivimos el presente y por retazos ninguneando nuestra mirada nacional en prospectiva. Hasta ahora los peruanos no nos hemos sentado en una mesa para diseñar nuestro futuro, sobre todo que ya ha pasado la pandemia de la Covid-19 que nos flageló enlutando al país con más de 220 mil muertos y desnudando la pobrísima capacidad para administrar crisis. Como Basadre, antes Manuel González Prada (1844-1918), criticó ferozmente a nuestras autoridades durante la guerra con Chile, tildándolas de negligentes y mediocres pues otra hubiera sido aquella historia, si hubiésemos sido previsores. En estos momentos en que la vida nacional está determinada por las referidas pugnas, quienes tienen el poder del Estado, deberían crear las condiciones para darle vida al Acuerdo Nacional, sin poner piedras en el camino, pero diciendo siempre la verdad y de frente, porque el Perú es más grande e importante que los pocos “...podridos, congelados e incendiarios...”, a los que acusó Basadre, que son los corruptos de hoy, y con ellos, los arribistas, los amargados y los de mala entraña, porque los hay, pues, juntos, son la mayor lacra del país. Para que la Patria no se pierda –lo que tanto preocupaba a Basadre, recordándolo en esta fecha de su nacimiento–, hagamos la profunda revolución educativa que hasta ahora nadie ha querido hacer pues le tiembla la mano para decidir que el presupuesto anual para la educación sea de 10% o 12%. Es la única inversión capaz de asegurar el camino para el desarrollo nacional.

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