ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

¡Basta de falsos mesías!

Imagen
Fecha Publicación: 10/08/2023 - 23:00
Escucha esta nota

Francisco Sagasti afirma que el gobierno de Pedro Castillo “fue mucho mejor que el de Dina Boluarte”. Lo dijo con tal desparpajo, que no quedó duda sobre su respuesta a la pregunta de una caviar, igual a él. Esa afirmación lo pinta de cuerpo entero, como aquel sujeto taimado que conspiraría contra el presidente constitucional Manuel Merino que, solo cinco días antes, fue reconocido como presidente del Congreso peruano para ocupar la vacancia que dejaba Martín Vizcarra, quien acababa de ser vacado por corrupto.

Sagasti encarna la figura felona de los progre que, a cualquier costo y por cualquier motivo, tienen el delirio de capturar el poder sin los votos de la ciudadanía. ¡Lo que jamás podrá conseguir dada la desconfianza que les tiene el pueblo! De otro lado, siendo un ilustre teórico y, consecuentemente, un redomado desconocedor del manejo práctico y estratégico del Estado, Sagasti no tiene la más básica condición para ejercer la primera magistratura del país.

Además no la tiene, porque siendo un ícono de la mafia caviar, presume de ser un ciudadano iluminado con permiso para trasgredir la ley las veces que lo crea conveniente. Como hizo cuando, al poco tiempo de estar ya instalado en el sillón presidencial, de un solo plumazo pasó al retiro a 18 generales de la Policía Nacional (tres tenientes generales más quince generales), para imponer como comandante General de la PNP a algún recomendado. Antes ya había conspirado para tramar la violenta revuelta que obligó a renunciar a Manuel Merino.

Finalmente, Sagasti –quien reinó, en lugar de gobernar– no dio la más pálida señal de reunir fundamentos legales o políticos para presidir este país. Fuera de quebrantar el ordenamiento policial, degradó las condiciones establecidas para designar al secretario general de palacio de gobierno, automáticamente abriéndole de par en par las puertas del recinto presidencial a la megacorrupción, junto al senderismo de Castillo, y el comunismo del foro São Paulo. Fue una siniestra movida suya que él conocía, perfectamente, tenía como objetivo secuestrar el Perú.

Aunque como socialista que es, Sagasti no vaciló en hacerlo, alucinando que más adelante él pudiera incorporarse de alguna manera al régimen autocrático de Castillo, ya sin límite de permanencia en el poder, porque sus coleguitas comunistas impondrían la reelección indefinida.

La presencia de Sagasti solamente es bienvenida por la cultura caviar, una de las grandes responsables del desastre en que se encuentra nuestro sociedad, a la que ha contribuido a destruir.

Empezando por quebrantar las esencias de su sistema jurídico, dinamitándole las entrañas al poder Judicial y la Fiscalía de la Nación. Y a partir de aquello, fue debilitando el Estado a través de un ejército de oenegés y consultoras, orientadas a transformarlo de acuerdo a la ideología caviar importada desde naciones primermundistas y, fundamentalmente, desde centros de enorme poder socioeconómico como el omnipotente George Soros. Basta de pitecántropos eternamente impregnados en nuestra política criolla. Ya pasó su hora mesianica, Sagasti. ¡No persista en seguir perjudicando al Perú!

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.