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¡Basta de improvisaciones, presidenta Boluarte!

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Fecha Publicación: 25/03/2024 - 23:00
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Daría la impresión de que la propia presidenta Dina Boluarte estuviera tentando al diablo, para ver hasta cuándo sobrevive en este vano intento por mantenerse en el cargo sin aclarar su cada vez más comprometedora situación legal, política; incluso personal. Fue arriesgado, pero valeroso, aquel gesto suyo de asumir la presidencia, tras la vacancia del que fuera su yunta como jefe de Estado, siendo ella apenas una segunda vicepresidenta a quien designan ministra en dos carteras durante el año y medio de una impresentable gestión presidencial, realizada por el golpista, ágrafo, corrupto Pedro Castillo. Boluarte no puede decir que “no sabía” en qué cloaca se metía, patrocinada por el capo de una banda condenado a prisión, Vladimir Cerrón, asaltante del Estado durante su gestión como gobernador de Junín. Tan consciente estaba, que coordinó una colecta por más de cien mil soles, acopiada en su cuenta bancaria personal, para ayudar al capo de la mafia, Cerrón, a que obtuviera una Fianza Judicial que le evitase ir la cárcel. El historial político de Boluarte refleja una sobrecogedora medianía que, naturalmente, emana con su presencia. De manera que esta historia de los relojes no es más que otra muestra de su impericia, como principiante improvisada metida en la alta política. Porque ejercer la jefatura de Estado –en situación tan compleja como la que hoy atraviesa el Perú, bajo su presidencia– requiere algo más –o bastante más– que los requisitos ordinarios que debe presentar aquel político que asuma el cargo de presidir un país complejo –y bastante traumado– como el nuestro.

El problema es, precisamente, el desconocimiento del manejo político y la falta de talento de los últimos seis jefes de Estado para cumplir sus responsabilidades. Hoy resulta imperdonable cualquier pretensión de improvisar en política. Vivimos envueltos en gruesos yerros y faltas de nuestras autoridades. Hecho que agrava permanentemente la situación social, económica y moral del país, dando paso a la indignación de una sociedad víctima de la impericia y podredumbre de temerarios gobernantes, procesados por corruptos por la Justicia. Como Kuczynski, Vizcarra, Sagasti, Castillo, denunciados por corruptos y cómplices de secuestrar el Estado, respaldando a la mafia caviar que maneja de facto el Estado, a través de chantajear a los poderes del Estado, vía el Ministerio Público y el poder Judicial. El desbalance económico que produce esta incapacidad, mezclada con corrupción, ha llevado al Perú a la actual crisis sociopolítica/económica, tras pasar en forma milagrosa cinco consecutivas vacancias presidenciales en seis años. Hecho que sirvió de fulminante para encender aquellos mortales incidentes desatados por violentistas prosenderistas durante diciembre 2021-enero 2022, repetidos tras la investidura de Boluarte. Actos retroalimentados por el extremismo, aliado de la izquierda, culpable de incontables muertos y heridos. Drama que ha traumado ferozmente a nuestra nación. ¡Boluarte debe cambiar de conducta! Si no lo hace, acabará vacada, procesada y condenada. Con la presidencia de la República no se juega. ¡Acá no caben estas piruetas ni las prestidigitaciones que, infantilmente, viene practicando la presidenta Dina Boluarte!

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