Belaunde Llosa, una figura presidenciable
De casta le viene al galgo Rafael Belaunde Llosa, esa impronta política que lleva como nieto que es del demócrata, dos veces presidente Fernando Belaunde Terry. Considera todavía “difícil” prever una candidatura de consenso, de cara al proceso electoral de 2023. “Tendría que producirse (antes) un regreso hacia posiciones más sensatas, menos sectarias que los extremos que dominaron el espectro electoral.” Y desliza una apostilla: “Esos extremos que dominaron el espectro electoral en la pasada elección no van a tener la misma fuerza ni el mismo protagonismo.” Sustenta su firme crítica al fallido adelanto electoral que demandaba una parte de la opinión pública, afirmando que “Lo penoso es que vamos a tener varios años de esta parálisis, de este gobierno inoperante que no tiene realmente nada que ofrecer para el desarrollo del Perú.”
Coincidimos con su razonamiento. Pero discrepamos con el fondo del asunto. Imagine, amable lector, estar en estos momentos –en plena parálisis económica derivada de las barbaridades cometidas por el golpista Castillo– compulsando fuerzas de todo el universo de candidatos que se presentaría para unos comicios de vértigo, en los que aspiraría a ganar, a río revuelto, aquella chusma politiquera izquierdista decidida a retomar el poder con su caballito de batalla: cambio de Constitución.
Lo más probable es que la izquierda se haría del triunfo, apeada por el entorno socialista dispuesto a elegir a un Castillo ll, a cambio de retener su cuota de poder. Respecto a Acción Popular, el dos veces partido ganador fundado, consolidado por su abuelo, Belaunde Llosa sintetiza así su realidad: “Una facción sigue las ideas de Fernando Belaunde Terry, pero también hay un grupo que tiene una ideología más cercana al pensamiento de Juan Velasco Alvarado (el golpista amigo de Cuba que depuso a su abuelo y lo deportó, sacándolo antes en pijamas de palacio de gobierno para embarcarlo como estaba en un avión),y después hay un grupo de ‘comechados’ y sinvergüenzas, que se han dedicado a lucrar a cambio de vender su lealtad a lo que fue el régimen de Pedro Castillo y con esto me refiero a los niños”.
Sobre su visión de la presidente Boluarte, se limita a decir, lo que basta para saber su opinión, que “fue ministra de todos los gabinetes de Castillo, y poco antes de las elecciones (2021) estuvo tomándose fotos con Cerrón y Castillo, frente a la estatua de José Carlos Mariátegui. (…) Ella está llena de contradicciones (…) no tiene una idea para hacer soñar a los peruanos (…) no hay forma que persuada y promueva la inversión.” Verdades inobjetables.
¡El Perú necesita nuevos valores! Con más razón, si tienen respetuosos usos políticos, como es el caso. Rafael Belaunde Llosa es un profesional, muy bien formado para la política de estos tiempos, que ojalá no desemboque en garras de gente fétida como los caviares que estarían acechándole; en contraposición a lo que fue su padre, Rafael Belaunde Aubry, quien liquidó su futuro político cayendo en manos del golpista/corrupto Castillo, mendigándole ser Embajador en España, según trascendidos jamás desmentidos.
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