«Business as Usual»
Esta frase muy descriptiva “business as usual” o BAU, ampliamente utilizada en las finanzas y la economía en Estados Unidos y en el mundo anglosajón, significa “los negocios o las actividades usuales o normales”.
Lo que ocurre con la economía Peruana no se puede esconder pues los números son claros y reflejan lo que viene ocurriendo. En mayo el PBI cayó 1.4% y el acumulado enero-mayo fue de menos 0.5%, y las cifras de Junio no pintan mejor. Por otro lado la demanda interna cayó 2% en Mayo reflejando la caída en la inversión privada, y el consumo de las personas no aumenta por la poca confianza del consumidor y las amenazas como “la toma de Lima” del 19 de Julio. Las reducidas ventas del sector “retail” lo reflejan.
La nota positiva la da la inflación que cayó a 5.88% anualizado en Julio, reflejando la acertada política del BCR y la caída de los precios internacionales de commodities que importamos.
Comparto la preocupación del Ministro de Economía sobre el desempeño de la economía, pero creo que es estéril la discusión sobre si estamos en recesión o no, en el mejor de los casos estamos en una desaceleración rápida y no llegaremos al 2.5% de crecimiento proyectado a principios de año.
De allí regreso a la frase “business as usual” que parece prevalecer en el Gobierno y el MEF sin hacer cosas extraordinarias que relancen la economía. Crecer a tasas más aceleradas es imperativo para crear empleo, reducir pobreza y también generar más ingresos fiscales, sin embargo, el discurso de 28 de Julio de la Presidente nos dio pocas luces sobre el relanzamiento de la economía.
No es tarea fácil y conmisero con el Ministro de Economía, sin embargo circunstancias extraordinarias demandan acciones extraordinarias. En los últimos años el Perú no solo ha vivido la inestabilidad generada por la sucesión de 6 Presidentes en 5 años, si no el impacto de una pandemia muy mal manejada y el ingreso de un presidente comunista que provocó la fuga de US$ 18 a US$20 mil millones, la desconfianza de miles de Peruanos que re domiciliaron sus empresas en el exterior y la parálisis de la inversión privada que cayó 0.4% en el 2022 y va cayendo 12% en el 2023.
Finalmente, el castigado consumidor peruano fue impactado por una inflación que llegó hasta 8% en junio del 2022, sin dejar de mencionar la violencia y el Niño en ciernes. Todo este cúmulo de shocks han tenido un profundo impacto en la economía peruana y mucho mayores que los shocks de cualquier economía desarrollada o emergente. Estados Unidos mantiene un crecimiento de 2.4%, la Unión Europea de 1% y China 5.5% anualizada, pero ninguno de ellos ha tenido los shocks proporcionalmente a los de la economía peruana.
No podemos seguir en “Bau”, se tienen que tomar acciones más contundentes. “Con punche Perú” está bien pero no es suficiente. El Gobierno debe ser más agresivo en liderar la inversión pública relanzando Proinversión, las APPs e IPs y Obras por Impuestos. Al sector privado hay que volver a entusiasmarlo con beneficios para la inversión como devolución automática del IGV para nuevas inversiones en bienes de capital, diferimiento de pagos de impuestos municipales para nuevas inversiones y destrabe agresivo de trámites. Sectores claves para el desarrollo nacional deben priorizarse, como la agricultura, la electricidad, las energías renovables y la transformación de minerales a productos terminados como ha logrado Chile con la Unión Europea.
De no hacerlo, corremos el riesgo de llegar al 2026 con una economía alicaída y un nuevo gobierno comunista ad portas cuestionando el modelo.
Por Ismael Benavides
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