Camino a la autodestrucción
Volvemos a un tema ya cansino –aunque crecientemente grave– como el imparable descrédito del Congreso de la República. Asistimos a una oleada autodestructiva de lo que una vez fue primer poder del Estado. La corrosión del poder Legislativo peruano arrancaría hacia fines del siglo XX, al ir extinguiéndose la última brillante generación de grandes políticos que vio nacer el país.
Desde entonces, vemos un permanente, devastador escenario de pseudos individuos que fungen de políticos, sin tener la menor experiencia ni credencial –y mucho menos aún, las condiciones morales y personales’ para serlo–, a quienes sólo les basta un DNI y una falsa hoja de vida, por lo general bastante acomodada a sus intereses. Se acogen a tamaña entelequia tomando el nombre de partidos políticos que han ido transformándose en patentes de corso para participar en las elecciones, engañando a la población bajo la falsa figura que avalan a estos espontáneos. Cuando en realidad apenas cumplen el papel de vendedores de vacantes para que, a su nombre, postulen estos títeres con cabeza con el objeto que sus dirigencias luego consigan ejercer poder ante el Estado, participando en las cuchipandas de corrupción que, en rigor, constituyen la razón de ser de los nuevos piratas la política peruana.
Exceptoraras excepciones, nuestro Congreso viene transformándose en un coliseo vernacular, conformado en su mayoría por sujetos legos (básicamente en toda materia), aparte de carentes de la más mínima educación. Inclusive hasta con patentes de maestro falsificadas y/o diplomas de profesiones falsos o extendidos por universidades sin valor ni control alguno. Aunque, eso sí, provistos de un colosal entrenamiento en las artes de la trampa, la coima, corruptela, pendencia y la violencia extrema, tal como venimos comprobándolo hace años, con muy estrechos lazos con el terrorismo.
Ahora la Mesa Directiva del Congreso la preside otro cuestionado legislador y está integrada por controvertidos congresistas. La mayoría no da la talla, tanto política como ética. Inclusive varios de ellos profesan el extremismo, porque su objetivo es cubanizar el Perú. ¡Por eso dinamitan la majestad del poder Legislativo! Ahí queda retratada esa falsa “reforma política” impuesta por la puerta trasera de un referéndum por otro miserable golpista y corrupto, como Martín Vizcarra, junto a su microscópico alcanzarrejones Tuesta Soldevilla.
Apostilla. Mientras no calquemos la ley electoral de algún país serio, por ejemplo Francia, seguiremos hundiéndonos en el pantano de la corrupción, la violencia, el caos y, finalmente, ese afán autodestructivo que cada día nos asfixia más.
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