Castillo en su laberinto
El equilibrista Pedro Castillo se apresta a dar un triple salto al vacío: clausurar el poder Legislativo. Lo anima un Parlamento entre incapacitado, mediocre y dividido, que no cesa de exhibir el mar de miedos en el que navega al garete su Mesa Directiva, arrinconada por la organización criminal que gobierna desde el Ejecutivo (presuntamente dirigida por Pedro Castillo). Esto último lo precisa una Denuncia Constitucional contra Castillo, presentada ante el Congreso hace mes y medio por la única autoridad valerosa, coherente, decente e inteligente que ahora existe en este país: la fiscal de la Nación, Patricia Benavides.
Apenas han transcurrido tres días desde que dejara el país la delegación de la OEA, que nos impuso el temerario Castillo en connivencia con el extupamaro Almagro, y sus alcahuetes Forsyth, Rodríguez Cuadros y César Landa. Aunque daría la impresión que de eso hace un año. Porque desde entonces a hoy Perú parece otro país. Súbitamente desapareció el ambiente de tregua que produjo la presencia de veedores internacionales supuestamente abocados a lograr un entorno más sociable que el ámbito pugilístico que viviéramos hasta la semana pasada. Sin embargo, en cuestión de horas la tarde-noche del jueves reciente se desató una atmósfera cargada que, al filo de la medianoche, se convirtió en tormenta política de pronóstico reservado. Por ende ayer temprano, la suerte otra vez estaba echada. Castillo amaneció con el pie izquierdo porque, decía, “el Congreso rechazó una cuestión de Confianza planteada hace diez días por el hoy ex primer ministro Torres”. ¡Ello sucede cuando el interlocutor carece de neuronas para entender las hechos, dentro de los alcances que contienen las normas que regulan las relaciones entre el Ejecutivo y su par, el Legislativo! Este último NO decidió sobre la cuestión de confianza, de la que tanto habló Castillo, porque la Mesa Directiva de este poder del Estado “rechazó de plano, por infundado, el recurso de inconstitucionalidad que presentó el Ejecutivo en relación con la ley 31399 que regula el trámite de los referéndums.” ¿La razón? La demanda del Ejecutivo colisionaba con la Carta. Porque no hay posibilidad de que éste pida anular ley alguna, si su ejecución y su administración compete exclusivamente al poder Legislativo. Por tanto, el pedido de Torres devino en inadmisible de ser sometido a trámite legislativo. ¡Menos a debate por el Pleno! ¡Igual resolvió el Tribunal Constitucional, en el reclamo por inconstitucionalidad que presentó el Ejecutivo sobre esa misma ley! Antier, el poder Legislativo no negó el pedido de confianza presentado por Torres, exigiendo la nulidad de la ley 31399. ¡Previamente la Mesa le había calificado de improcedente! ¡Así que ni siquiera fue admitido a trámite! ¡Menos todavía a votación por el Pleno! ¿Por qué? Porque no cumplía con los presupuestos que requiere la normativa para conceder y/o rechazar la confianza a cualquier pedido que el Ejecutivo formule al Congreso! Así que no aplicaba la cuestión de confianza.
Apostilla. Castillo designó primera ministra a Betssy Chávez, censurada, violenta parlamentaria que llama “narcotraficante” a la señora fiscal de la Nación.
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