¿Cómo es posible, amable elector?
¿Alguien en su sano juicio podría siquiera alucinar una escena en donde, por ejemplo, se hubiese destapado la más mínima sospecha sobre los ex jefes de Estado Fernando Belaunde Terry o Alan García Pérez, por abuso de autoridad, obstrucción a la Justicia, plagio de tesis magíster, atender asuntos de gobierno en un garito? ¿O por intento de darle territorio a Bolivia, o por imponer gente suya para copar los ascensos en las Fuerzas Armadas y en la Policía Nacional? ¿O esconder a una hija putativa prófuga de la Justicia, impidiendo que ingresen a palacio tanto el Ministerio Público como la Policía para capturarla; o meter de contrabando a un sobrino carnal, igualmente buscado por la Justicia, y hacerlo registrar bajo nombre y apellidos falsos y DNI inexistente, en un vuelo del avión presidencial; entre otros tantos crímenes y atentados contra la Constitución, como lo registran aquellas siete carpetas abiertas contra Pedro Castillo por la Fiscalía de la Nación? ¿Creería usted, amable lector, que a alguno de esos dos ex mandatarios de polendas, como los que hemos mencionado, se les hubiese permitido continuar un día más en palacio de gobierno, después de conocerse alguno de tales hechos criminales, casi todos ellos debidamente registrados en videos, audios, declaraciones de testigos, partes policiales, etc.? ¿Acaso esa permanentemente agitadora izquierda hace ya un año no hubiese organizado manifestaciones por calles y plazas? y por su lado, ¿aquellas gloriosas oenegé, igualmente, acaso no habrían enviado a un equipito de picapleitos, que ya los tendrían instalados en la CIDH pidiendo la remoción del mandatario y su pase a la Justicia, con cárcel preventiva incluida? De otra parte, y sin lugar a dudas, ¿acaso los llamados grandes medios de comunicación -que hace dos décadas permanecen bajo control de los caviares- asimismo no estarían propiciando día y noche alzamientos callejeros a efectos de remover del poder cuanto antes al presidente corrupto, porque “su presencia ofende y perjudica a la ciudadanía”, como ocurrió con Merino? En síntesis, ¿considera usted, amable lector, que de haber estado sentados en el sillón presidencial Belaunde Terry o García Pérez, en vez de Pedro Castillo, perpetrando las mismas fechorías constitucionales y cometiendo los mismos delitos civiles y crímenes penales, habrían durado los catorce meses que lleva instalado en palacio un esperpento como gobernante, tal cual es este apellidado Castillo, quien todavía tiene el desparpajo de seguir mandando en el Perú?
¿Qué maleficio tan diabólico debe haber caído sobre nuestra patria para que, con Pedro Castillo en la presidencia de la República, ocurra precisamente todo lo contrario a la lógica? ¿Cómo es posible que los peruanos permitamos que Castillo Terrones se pasee como Pedro por su casa, dedicándose cada día a delinquir, a trasgredir las normas constitucionales, violentar leyes y quebrantar reglamentos tantas veces como se le ocurra, porque sabe que nadie le dirá: “Oiga, Castillo, hasta acá nomás”, permitiéndole seguir manejando libremente la nación; destruyendo el patrimonio de millones de peruanos y comportándose en forma autocrática, como dictadorzuelo decidido a cubanizar el Perú apoyado por comunistas/prosenderistas.
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