¡Cuesta abajo, a toda viada!
El país sigue en emergencia. El estado de cosas no sólo no mejora, sino empeora. El daño que produjo el golpista Pedro Castillo –durante año y medio de desgobierno– simplemente ha sido devastador. Y la inexperiencia de la presidente Dina Boluarte es demasiado obstáculo para el esfuerzo que despliega su primer ministro Alberto Otárola. ¡A la presidente ni se le ve ni se le siente en la cabina de mando! Aparece en eventos oficiales; probablemente despache con ministros. Pero eso que se llama gobernar parece no ir con ella. Tampoco puede exigírsele más, porque nunca estuvo preparada. Entre tanto el país va camino a la descomposición. Comentábamos ayer el grave estado de estancamiento al nos conduce este letargo gubernativo. En la práctica, la presidente Boluarte se limita a mantener el statu quo que dejó su jefe anterior. Empecemos porque todo sigue igual para aquella tropa de muchísimos miles de comunistas, terroristas, violentistas asaltantes del poder que Pedro Castillo implantó al interior del aparato público para destruir el Estado, siguiendo su objetivo marxista concebido como estrategia para mutar de una nación democrática a otra totalitaria. ¡Castillo no logró conseguirlo, porque la valiente Fiscal de la Nación salvó al país de las garras comunistas imputándolo por golpista; logrando que el Congreso lo vaque por violar la Constitución! Y precisamente, para evitar mayores quiebras constitucionales el Congreso decidió –correctamente– investirla como presidente de la República, pese a sus antecedentes e inexistente preparación para este cargo. Lastres que impiden que le imprima esa indispensable acción de gobierno que haría falta para sacar al Perú de la crisis sociopolítica, moral y económica a la que lo llevó su impresentable predecesor.
Dos problemas muy candentes retroalimentan la crisis estructural peruana. Por un lado, el económico; y de otro, la inseguridad ciudadana. Pero en lugar de apuntar hacia los mejores peruanos para que se encarguen de ambos sectores ministeriales –y otros como minería, en manos de un estatista comprobado– la presidente Boluarte persevera en mantener a tres mediocres al frente de carteras decisivas, como las mencionadas. Con ello desvanece cualquier esperanza para que este país no solo salga del desplome socioeconómico y el caos de inseguridad interno que lo corroen: sino para que recupere el exitoso desempeño que tuvo, hasta que la izquierda llegó al poder con Ollanta Humala, ¿Por qué, presidente Dina Boluarte, usted no se juega por el Perú contratando a los mejores profesionales -en lugar de persistir en tanto ministro menesteroso- para conformar un gabinete de lujo decidido a sacar al país del hoyo? ¿O acaso usted permanece pensando como sus ex jefes y pares –Castillo y Vásquez– y su proyecto sea agudizar las contradicciones; entre ellas, continuar hundiendo la economía para abonarle el terreno al comunismo y conseguir que se instale, indefinidamente, el totalitarismo en el poder? ¡Sea franca, presidente Dina Boluarte, y confírmenos: ¿seguirá flotando muertito, o se pondrá a go-ber-nar?
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