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(DES)BALANCE 2023

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Fecha Publicación: 28/12/2023 - 20:30
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Si miramos el fútbol primero, como siempre ocurre en nuestro país donde la prensa y el público privilegia la pelota antes que otros deportes colectivos, llegamos a la obvia y triste conclusión que fue un año muy malo, un año para el olvido porque además de no tener prestancia y valor dirigencial en el ámbito federativo, hemos hecho todo lo necesario para echar a perder 6 fechas de las eliminatorias que ha jalado al despeñadero a otras disciplinas, quizás más gravitantes en nuestros sentimientos y recuerdos.
La incapacidad y testarudez de Reynoso, por fortuna, no le alcanzó para darle sepultura al balompié pero dejó moribundo al enfermo con el agregado del poco compromiso de los jugadores que parecían mirar para otro lado cuando se trataba de hacer un esfuerzo adicional.
Hubo un contagio de pesimismo que nos vendió al comando técnico, empecinado en errores de todo tipo, comenzando por esas listas de convocatorias interminables, listas cuenteras, dignas de tomaduras de pelo, terminando por no hacer jugar a muchos o promover el turismo, incluso con algunos llegados del exterior.
Y poniendo en el tintero una cosa de locos cuando dijo que el jugador peruano no estaba habilitado para competencias exigentes, que su límite físico frisaba sobre los 60 minutos. Reynoso le consultamos en voz alta si se habrá empujado algún copetín en el vestuario para semejante frase desaliñada.
De la competencia doméstica sólo buenas intenciones. Rara vez algún triunfo en Copa Libertadores y en Copa Sudamericana. Y las estadísticas nos refriegan que después de tantos años marcamos un gol. El año fue un calco de tantos otros sinsabores.
Es poco o nada este relato, cuando sufrimos una caída de proporciones en el vóley que quedó en el último lugar en el sudamericano femenino mayores en Recife, perdiendo el choque final frente a Chile con lo que se destruyó una historia rica de incontables títulos y honores, derramando lágrimas e incredulidad millones de aficionados, para viajar al apocalipsis y la vergüenza reventada en nuestras narices.
Pero resulta que nos quedamos cortos porque semanas después fuimos al pre mundial y sufrimos 7 derrotas al hilo, ganando un set a Turquía y dos a Argentina apareciendo la frescura de decir “gran conquista” a semejante resultado, cuyo desenlace pone de manifiesto que la dirigencia ha hecho añicos el deporte colectivo más exitoso del Perú. O cuando muy tarde la “zurda de oro” Cecilita Tait ha dicho que peor no podremos estar en el futuro. Eso se veía llegar por la más absoluta improvisación de la dirigencia y no tener material humano que nos devuelva esas hazañas increíbles.
El básquetbol se ha convertido en un deporte relegado hace buen tiempo. Venía mal y hoy no existe. Años atrás hasta televisión tenía la Liga Mixta. Hoy pese a que se ha logrado su reenganche internacional, eso de nada sirve, ni nos brinda mayores expectativas porque la actividad local es nula. Se han jugado algunos torneos mentirosos, aduciendo que son nacionales de clubes y ligas cuando ha sido un engaño perpetrado por ciertos individuos apoltronados en esos organismos.
Tomando en cuenta que la principal liga del país, la Liga de Lima, y lo decimos sin rodeos, tomando en consideración que mueve el nivel más destacado dentro de nuestra alarmante mediocridad, la liga limeña mantiene distancia con la FPB y no participa de sus actividades. De qué campeonato nacional hablamos, quizás de un festival folklórico podría ser.
Tres deportes colectivos en un año caótico que no debemos borrar. Es cierto que los Panamericanos de Santiago nos dieron alegrías, pero no nos escudemos en ese valioso incidente. Nuestro deterioro hoy es visible. El daño es irreversible. Si no se trabaja desde las divisiones menores, no saldremos del pozo. No hay otra fórmula. Pero con gente calificada que también nos hace falta.

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