Echaremos de menos a Williams
La elección de esta Mesa Directiva del Congreso podría garantizar que el país mantenga la inestabilidad, como fundamento. Inestabilidad política, social, económica, etc. Inclusive abrirle las puertas al retorno de aquella aventura comunista que tuvo como espolón de proa al hipercorrupto y golpista Pedro Castillo.
Esta vez el incordio vendrá a través de la presencia –en calidad de segundo vicepresidente del Parlamento– de Valdemar Cerrón Rojas, hermano del preclaro líder marxista Vladimir Cerrón, forjado en La Habana donde vivió durante dieciséis años. Para más señas, es el fundador del partido Perú Libre que llevó a gobernar al improvisado Pedro Castillo.
Con la claridad que le caracteriza, don Vladimir ha dejado sentado que sus banderas electorales permanecen intactas. Entre ellas, destaca la convocatoria a referéndum para realizar una asamblea constituyente.
Es decir, sin afanes ni sorpresas y dejando las cosas bien precisas, anticipa un estremecedor choque de trenes con el bloque democrático, que se opone vehementemente al retorno del oscurantismo en este ya bastante atribulado país. Bloque que integran el representante de Alianza para el Progreso, al alimón con el fujimoismo, a través de Fuerza Popular; el cerronismo, vía Perú Libre, y Avanza País y el misterioso partido que fundó –y luego abandonó– Hernando de Soto. En medio de todo, es bueno que el líder de la izquierda haya abierto sus cartas sobre la mesa, incluso antes de haberse sentado a debatir con sus ocasionales partenaires.
Es evidente que Cerrón maneja el arte de la política con coherencia y sin tapujos. Incluso debería decirse que hasta con modales. Sin embargo, ello no es óbice para que los partidos que se dicen democráticos –incluyendo a Alianza para el Progreso (propiedad de “plata como cancha” Cesar Acuña)– duerman sobre sus laureles, alucinando que van a pasar los siguientes doce meses disfrutando de menos tensiones y, asimismo, más alejados de aquellos graves momentos que tuvo que superar quien mañana deja la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, don José Williams Zapata.
Desde esta columna, amable lector, aprovechamos para congratular a José Williams de manera muy sincera, por su destacada, ardua y compleja labor al frente del indómito Parlamento peruano, sorteando hasta un golpe de Estado en medio de un ambiente sumamente tóxico, fuera de dramático y agresivo. Gracias a él, también, pudimos superar los siguientes meses, cuando en medio de la violencia izquierdista este país se debatía entre la democracia y el totalitarismo.
El nervio y la ecuanimidad que demostró Williams fueron factores determinantes para el fracaso del temerario golpe de Estado que perpetró aquel fulano de tan triste recordación, apellidado Castillo Terrones. Cualidades de José Williams que, definitivamente, vamos a extrañar con el congresista Alejandro Soto, a la cabeza de un muy venido a menos Congreso del Perú, en cierto momento de nuestra bicentenaria historia por algo llamado el Primer Poder del Estado.
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