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El descalificado Francisco Sagasti

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Fecha Publicación: 22/07/2022 - 23:00
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Francisco Sagasti se prestó a propiciar un soterrado y sangriento golpe de Estado, con visos de asonada callejera. Lo hizo para vacar al entonces presidente del Congreso, Manuel Merino, constitucionalmente encargado de reemplazar en la presidencia de la República al miserable y afortunadamente vacado, Vizcarra. Ese hecho determina que Sagasti no reúne las condiciones éticas para postularse como candidato a presidente, en medio de la brutal crisis sociopolítica, económica y moral por la que hoy atraviesa el Perú. Sagasti representa a la peor ralea política de los últimos tiempos –la progresía caviar–, auténtica culpable de la desgracia que viene soportando nuestra patria durante la última década. La casta caviar fue responsable del surgimiento de Toledo, Humala, Kuczynski, Vizcarra y Castillo, y es cómplice con ellos del descomunal asalto a Estado ejecutado por este póquer de malos gobernantes, envueltos en una gran red corrupta que acabaría robándole US$ 20,000 millones a los peruanos, vía Odebrecht y su socia Graña y Montero, en connivencia con una extensa lista de empresas y personas. Entre ellas, dichos mandatarios que vienen siendo procesados por los tribunales de justicia.

Montado sobre el carro alegórico del “que se vayan todos”, fabricado por los caviares, Sagasti pretende desvincularse del hecho que, en contubernio con su camorra caviar, nos incrustó en la presidencia al disfuncional y corrompido Pedro Castillo, impulsando la campaña “todo vale contra el fujimorismo” (incluso el triunfo del comunismo, aliado con sendero luminoso, al que representara Castillo en la segunda vuelta contra Keiko Fujimori). Hoy Sagasti le baja el dedo a Castillo, cuando está imputado por la Fiscalía de liderar una organización criminal para robarle al Estado. Demanda que renuncie y asuma el cargo la aún vicepresidenta Dina Boluarte –inmersa asimismo en quebrantos legales y constitucionales– “para que ella capitanee, de manera transitoria, un gobierno provisional abocado a convocar a elecciones dentro de un plazo previsto”. Comicios en los cuales, obviamente, participaría el camaleónico Sagasti, gracias a quién Castillo consiguió instalar en la Secretaría de Palacio a Bruno Pacheco. Y a través de este, a todo el aparato delictivo que implementó Castillo para robarle a usted, amable lector. Por cierto, ya instalado Pedro Castillo en la presidencia, Sagasti ha venido visitándole subrepticiamente varias veces. Tras saberse sus furtivas visitas a palacio de gobierno, alegó que lo hizo para “aconsejar al presidente”. El propósito de esas visitas secretas habría sido más bien otro: el afán de los caviares por regresar al poder, aprovechando la precaria situación de Castillo; y el mal ambiente que embarga al Parlamento por la infame campaña de desprestigio montada por ellos mismos para desacreditarlo.

La progresía caviar cogobernó con Toledo, Humala, Kuczynski, Vizcarra. Y finalmente, en solitario, tras derrocar antidemocráticamente a Merino. Sin embargo, fracasó en su intento de cogobernar con Castillo. Esta es la razón por la que los caviares se suman a la campaña de la oposición democrática denunciando a este calamitoso gobernante, a quien ahora aspiran a reemplazar, como oportunistas que son. No permitamos este abuso del drama nacional, en beneficio de gente tan descalificada como Sagasti.

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