El escozor de la presidenta Boluarte
Gracias al papa Francisco I, todo apuntaría a que, por primera vez, tendríamos dos naves aéreas dedicadas -tal vez exclusivamente- a evacuar a nuestros compatriotas en situaciones de emergencia. Porque, de no haber existido el papa gaucho, es claro que a la presidenta Dina Boluarte jamás le hubiese resultado tan apetecible viajar a Roma en el Fokker de la FAP -destinado al servicio del presidente de la República- aprovechando cuestiones de idioma y familiaridad sudamericana. Avergonzada tal vez por el despropósito de realizar este costoso viaje en vuelo particular, aquello le habría hecho pensar a Boluarte, ya de regreso a esta olla de grillos que es ahora es el Perú, que encontraría malas caras y mucha crítica por su absurdo capricho. Muy probablemente, imaginando que esta sería la primera –y seguramente la última- vez que acude a visitar a un papa en el Vaticano, acompañada de aquella desbordante pompa presidencial que le transpiraba por el cuerpo entero, aunque la mirada de Francisco I no correspondía, precisamente, con la sonrisa que esbozaba la oronda mandataria peruana. Así, en su vuelo a la capital junto con 25 peruanos que lograron subir el Fokker peruano, Dina hizo este pomposo anuncio: “Mi gobierno dispondrá la compra de dos aviones ´Boeing´” (inclusive decidió la marca) “para ser usados como puente aéreo humanitario en ocasiones de emergencia.”
¡Tarde piace, signora presidente! El daño ya estaba sellado. Más aun. Simultáneamente a su viajecito de retorno a Lima en la nave presidencial, 52 peruanos -que estaban varados en Tel Aviv, imposibilitados de abordar algún vuelo comercial por falta de espacio- ante los ruegos de nuestra cancillería lograron embarcarse en un avión fletado, nada menos que, por la cancillería de Ecuador, que ayer arribó a Quito.
Lamentablemente, la logística de la anunciada compra (de ser cierta) de dos aviones impedirá que sirvan para socorrer a las víctimas del fenómeno de El Niño. Por tanto, a Boluarte le durará el escozor que le produjo llevarse la nave presidencial a Roma, a un costo no menor a US$150,000, que acabará pagando Juan Pueblo para que su presidente pase a la historia, habiendo visitado al Papa rodeada de parafernalia. Indudablemente, la izquierda es la mejor enemiga de los pobres. Se rasga las vestiduras criticando a sus opositores “porque abandonan a los menesterosos, para disfrutar ellos de las opulencias del poder.” Pero olvida, adrede, que ella es la que más recursos roba del Estado. Sea a través de la megacorrupción y/o quemando billetes en frivolidades que paga el ciudadano. ¡Ahí está su exjefe el golpista, ágrafo e imputado por corrupto Castillo; un explotador de indigentes! Tampoco olvidemos a Humala, PPK (¿recuerdan su declaración “yo soy socialista”?), Vizcarra, Sagasti. Clan de rojos que consistentemente explotan al pueblo, gastando fondos públicos. Incluyendo a sus socios, los caviares, parásitos que viven como multimillonarios cobrando por inútiles consultorías que paga el Estado; o congresistas comunistas, como Cerrón, que emplean a “conocidas” en oficinas del Congreso; otros que viajan por el mundo entero, sin trabajar por los pobres, etc.
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