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El estribillo “nueva Constitución”
¿Qué parte de la Constitución de 1993 pretenden modificar estos termocéfalos aduladores del corrompido, golpista, ágrafo, iletrado Castillo? ¡Obviamente, la referida a la propiedad privada! Adicionalmente, las libertades de información, opinión, empresa, tenencia de patrimonio, ahorros en moneda nacional y foránea, etc. También la prohibición para que el Estado participe en inversiones de riesgo. ¡Como las empresas públicas! Sin considerar la terrible experiencia habida en los años sesenta/ochenta, cuando el socialismo inauguró una fiebre empresarial pública que le costó al Estado miles de millones de dólares en déficits acumulados, que tardaríamos veinte años en solventar. ¡Y su aporte en beneficios al país fue cero! El primer artículo de nuestra Carta precisa: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.” ¡La antítesis de lo que buscan los prosenderistas que desgobernaron el Perú! Y hoy engañan nuevamente al pueblo inventando otra estupidez. ¡Que la Constitución SÍ solucionará todos los problemas de los peruanos! Cuando la Constitución es sólo un código que dicta las aspiraciones que los gobernantes deben cumplir para desarrollar el país favoreciendo al poblador. Pero si el gobernante ignora el mandato de la Constitución, ésta será el mismo papel mojado que fue durante aquel año y medio de demagogias, engañifas, corruptelas y tonterías, que ha perpetrado el régimen bolchevique de Pedro Castillo. Porque la Constitución no es sino un marco de referencia sobre el que deben establecerse las leyes y decretos. ¡Contrario a lo sucedido con Castillo que gobernó al margen de la Carta Magna, generando el momento de caos y la miseria que estamos sufriendo! Estadísticamente, comparando la Constitución de 1993 con la de 1979, multiplicamos por 25 el PBI; por nueve la inversión privada, por siete la pública; quintuplicamos las exportaciones; la pobreza se redujo de 58% a 20%; la inflación bajó de 253% a 4.5%; el déficit fiscal desapareció, bajando desde 5.5% a -1%; las reservas internacionales pasaron de “negativas” a cerca de US$70,000 millones, lo mismo que se redujo sensiblemente el servicio de la deuda externa. ¡No hay punto de comparación! El problema es que esta realidad anda a contrapelo de los planes comunistas, que procuran hambrear al pueblo para mantenerlo con rienda corta, en función a subsidios que arruinarán la economía y humillaron al poblador. ¡Contrario al espíritu de nuestra Carta actual! ¡Porque un país con economía acreditada, tendrá una sociedad sólida que hará solvente al ciudadano! El problema estriba en que los gobiernos que hemos tenido -Humala, García, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti y, finalmente, Castillo- han tenido un común denominador: la corrupción. Lacra que directa e indirectamente le ha robado al menos US$60,000 millones al Estado, vía sobrecostos que fueron el bolsillo de los citados mandatarios, en pareja con sus cómplices del aparato estatal. Y por supuesto, a los contratistas cleptómanos con quienes esos mandatarios compartieron malversaciones. De no haber ocurrido este asalto al estado, Perú sería ahora una potencia. ¡Por eso la culpa no es de la Constiutución, sino de estos seis gobernantes felones!