El silencio es de los imbéciles
La Justicia contemporánea es un bodrio fabricado por la URSS para espantar, incluso secuestrar, a las autoridades de gobiernos democráticos occidentales y, de contrabando, ella gobernar. Es decir, sin ser electa por voto directo de la sociedad, sino imponiéndose a través del chantaje y la violencia política, coordinados desde las alturas de ese poder adonde nunca se discuten las ideas y menos debaten los úcases. En otras palabras, sus orígenes fueron antidemocráticos, opuestos a los que sirvieron de fundamento para establecer/desarrollar la República peruana, labrada justamente sobre las bases universales de la democracia y el Estado de Derecho. Más bien este proyecto de la mafia justiciera de los caviares estuvo evidentemente influenciado por la revolución cultural de los años post Segunda Guerra Mundial. Ocurrió con el sanguinario, totalitario Stalin transformado en victorioso, endiosado personaje. Tanto que, rápidamente, empezó a alejarse de los países aliados que, junto con Rusia, habían derrotado al nazismo, para iniciar su propio camino. La meta obsesa de la Rusia estalinista era expandir el comunismo soviético por toda la faz de la tierra. Esta vez, ya no directamente a partir del dominio militar, sino por medio del manejo político del Politburó sovietico para influenciar en países subdesarrollados del bloque occidental.
Es a partir de entonces -durante aquellos años de la Guerra Fría- cuando del siniestro vientre de los servicios de inteligencia soviéticos, nace la estrategia soviética para infiltrar el comunismo entre las democracias occidentales, trajeado de una versión de vida más actual, portable al estilo desarrollista de las sufridas generaciones postguerra. Por ello, apelando a ideas de avanzada creadas por el núcleo duro del comunismo -basado en ese estilo que usa masas embobadas verticalmente manejadas por titiriteros científicamente entrenados- engañaron a los pueblos traumados a cómo salir de la miseria en que los dejó la Guerra. Desde las entrañas más turbias, siniestras de la especie humana -los laboratorios políticos del Kremlin- fue donde se entrenó a esa implacable estirpe doble-cara llamada los caviares.
Esta gentuza es la que, hace ya un cuarto de siglo, manda en el Perú, chantajeando a presidentes de la República, congresistas, jueces, fiscales, ministros, etc., en base al poder que maneja al interior del Ministerio Público, la JNJ Junta Nacional de Justicia, el poder Judicial, etc. Especie de tenaza con la que controla a jueces, fiscales, autoridades civiles para hacer y deshacer a su antojo. La Fiscal Benavides fue suspendida, investigada, humillada por dichos y copy pastes de Whatsapp; pero a Gorriti, el capo de esta élite siniestra -que opera como Comintern soviético- le descubrieron conversaciones con el Fiscal de la Nación ordenándose cancelar una intervención oficial dispuesta por un Fiscal en ejercicio, y ni el Poder Judicial, ni el Ministerio Público, ni la JNJ, ni el todopoderoso Harvey Colchado han sido capaces de tocarlo con el pétalo de una rosa blanca. ¿Es posible que esto ocurra en un país declaradamente democrático, libre pensador, independiente, etc., donde una élite caviar manipula, ante nuestros ojos, a las autoridades elegidas por el propio pueblo peruano? ¡Por favor!
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