El zoológico congresal
Empecemos por dejar en claro que el Congreso no es el problema. La contrariedad la constituyen algunos (desgraciadamente en este caso demasiados) congresistas corruptos, vagos, ignaros e inútiles, que han secuestrado el Parlamento. A su vez esta banda de delincuentes, inservibles e ineptos legisladores, usa a un poder del Estado como su chacra, recibiendo prebendas ofensivas para los demás peruanos.
Canonjías que parten de un grueso sueldo, como jamás han tenido ni recibirán en su vida. Muchos son “especialistas” en todo sin título profesional. Varios los tienen falsificados. Otros fungen de maestros sin saber leer ni escribir; pero el Sutep los impone por la fuerza. Todos ellos, intelectualmente hablando, en ningún país civilizado estarían aptos para ejercer el cargo de legislador, dada su medianía y/o limitación intelectual. No solo eso, además tienen a sus órdenes a seis empleados las 24 horas del día pagados por el Congreso, fuera de asesores, mandaderos y un larguísimo etcétera que agotará al lector.
Este es el Congreso que parió la enmienda constitucional propiciada por el miserable Martín Vizcarra, responsable de 200,000 peruanos fallecidos por su desmanejo del Covid. Pero, también, imputado por corrupción –hasta hoy– por delinquir a su paso por la gobernación moqueguana. Y este, igualmente, es ese Parlamento que alumbraron millones de peruanos que votaron por algún títere con cabeza izquierdista, resentido social, ágrafo, violentista, comunista y todas las demás características impresentables que encarnan a quienes gobernaron con Castillo.
Dicho esto, revisemos cómo han quedado conformadas las presidencias de algunas importantes comisiones del poder Legislativo, responsables de velar por la buena marcha parlamentaria. Recordemos que el objeto de las comisiones congresales es que el Parlamento legisle con inteligencia (lo que NO tiene la mayoría de congresistas); conocimiento (que tampoco anida en sus minúsculos cerebros); y buena formación moral e intelectual (que brilla por su ausencia, porque jamás recibieron esos dones en sus hogares –ni en la escuela–, condiciones indispensables para ser peruanos útiles a su patria).
Veamos: Ciencia, Innovación y tecnología, la preside un tal Germán Tacuri de Perú Libre; y Cultura y Patrimonio Cultural, está a cargo de Álex Flores (ambos partidarios del golpista Castillo) cuya misión en el Congreso –aparte de cobrar sueldo y exigir prebendas (incluyendo viajes gratis al extranjero)– es promover el malestar social en todo el país; Defensa del Consumidor y Organismos Reguladores de los Servicios Públicos la preside José Luna Gálvez (exitoso empresario de la Educación que lidera su partido, Podemos Perú, quien hasta el mismo día del golpe de Estado que perpetró Castillo lo respaldó con uñas y dientes); Salud y Población, la preside Hitler Saavedra (de Somos Perú), un ilustre desconocido (con sugestivo nombre); Trabajo y Seguridad Social la preside Isabel Cortez Aguirre (de Juntos por el Perú), cuyo único pergamino es haber servido en el área de la Baja Policía municipal); y Vivienda y Construcción la preside Jhaec (así se escribe) Darwin Espinosa, uno de esos infames “niños” de Acción Popular. ¿Qué opina, amable lector?
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