En el mundo persiste la violencia contra la mujer

Hoy, Día Internacional de la Mujer -son 3,995’697,267 (49.5% de la población del planeta)-, en que serán relievadas sus extraordinarias cualidades intrínsecas, lo que me parece muy bien, quisiera, en cambio, referirme a la persistencia de la violencia contra ellas. El hombre que usa la fuerza o pega a una mujer llevará a perpetuidad el epitafio de cobarde.

La naturaleza nos hizo distintos, pero sabiamente complementarios, y percatarnos de esta realidad es una exigencia de vida. La violencia física o la psicológica impactan en la mujer y por ambas formas de violencia queda lesionada sobreviniendo la muerte en muchos casos.

En efecto, por la violencia sexual el varón atropella la libertad de la mujer para decidir libremente si quiere o no tener relaciones sexuales con él.

Esta es la manifestación de la mayor bajeza del varón pertrechado en la ventaja de su fortaleza para reducirla hasta denigrar su estructura volitiva; y en el caso de la referida violencia psicológica, la mujer queda disminuida por la amenaza del varón que revela su imperdonable conducta abusiva quebrando la natural docilidad de su feminidad. Junto a estas dos manifestaciones contra la mujer está la violencia económica por la que el varón, que controla los medios de producción en un mundo que sigue siendo patriarcal y excitado por el prejuicio y su propia inseguridad, diría mejor, por su miserable mediocridad, mediatiza la libertad de la mujer que, sin recursos, se ve disminuida dramáticamente con total dependencia.

Es verdad que la violencia contra la mujer ha aumentado en el mundo, pero también lo es que se han incrementado las denuncias contra dicha violencia, con lo cual el miedo se está perdiendo. Que los Objetivos del Milenio hacia el 2030 no queden en retórica aprobada en cumbres internacionales. La única forma de erradicar la violencia será, al tiempo que promoviendo oportunidades para el emprendimiento de la mujer, invertir en la educación que sepultará el machismo dominado por la ignorancia y arraigado al proceso histórico de la humanidad.

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