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En octubre sí hay milagros…

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Fecha Publicación: 21/10/2023 - 20:00
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El pequeño martillo golpea el bronce y la campanilla ordena con su vibrante sonido: ¡preparse para cargar las andas del Cristo de Pachacamilla…!
Los miembros de la décima cuadrilla, conformada por una pluralidad de etnias, oficios y profesiones, se preparan para recibir en hombros el peso de la tonelada y media de adornos de oro, plata, bronce, decenas de “milagros” y el centenario lienzo que representa al Señor de los Milagros, imagen venerada desde épocas coloniales y cuya feligresía inunda las calles limeñas cada 18 de octubre, cuando sale en solemne y multitudinaria procesión.

Un segundo toque metálico hace reaccionar al unísono a los 36 miembros de la cuadrilla, que alzan en dos tiempos las vigas y las colocan sobre sus hombros. Luis Orozco, médico de profesión, ahora capataz de cuadrilla, sabe que en la mente y la energía de cada hombre de su equipo, surge la predisposición para soportar un peso individual de sesenta kilos y tiene que movilizarse con ellos durante el desplazamiento que seguirán las sagradas andas del Cristo de Pachacamilla.

¿Pero qué mueve con tanta uniformidad y disciplina a estos cargadores…? su preparación física, su disciplinada formación, la fe que motiva su presencia voluntaria en la “cuadrilla”, o una mezcla de preparación y confianza de que cumplirán su propósito con profunda convicción de hacer las acciones propuestas con perfecta simetría e integración.

En esta predisposición va el entendido que dejarán de manera consciente su accionar individual para compartir el peso físico y la responsabilidad conjunta de llevar sobre sus hombros, la representación de una imagen venerada por millones de fieles.
Fe, convicción, deseo de hacer las cosas bien, en una palabra: identificación total con las acciones a realizar. A todas luces un ejemplo integrador de trabajo en equipo. Al observar la mística de estos hombres, admirar su perfecta organicidad de acción, vino al recuerdo la gestión pública de nuestro país.

Cuando la fila de la izquierda alza el pie derecho, los de la derecha al instante desplazan su pie izquierdo y está casi simbiosis humana funciona con la exactitud de reloj, repitiéndose una y cientos de veces durante todo el recorrido procesional de octubre en la capital.
Y no puede ser de otra manera, caso contrario las toneladas de peso que trasladan se desbocaría incontenible con el consiguiente caos, ocasionando imprevisibles consecuencias materiales y humanas.

Pero ¿cómo comparar un acto de fe, con los actos normados y reglamentarios de la gestión estatal…? ¿cómo tomar algunas de las fortalezas de este acto de devoción cristiana y volcarlos en motivación sostenida para lograr devoción al servicio en la gestión pública?
¿Cómo trasmitir a las “mesas de partes”, el optimismo necesario para que con el toque de campanilla de levantar andas y sin estar escrito, se dé celeridad a trámites retrasados por normas trasnochadas y directivas disfuncionales? ¿Cómo hacer comprender al funcionario de terno y corbata, que igual de la devoción al Cristo Morado, deben identificarse con cientos de hermanos peruanos que van a requerir un servicio administrativo a sus respetables oficinas?

Recordemos que en las cuadrillas hay “cargadores” de diversas profesiones, oficios y extracción social, sin embargo por su convicción y fe marchan en perfecta sincronización. En la función pública también contamos con diversidad de profesionales y tenemos empleados muy disimiles en oficios y aptitudes, quizás solo falta tener las “cuadrillas” perfectamente sincronizadas y lo que es importante: con la convicción total de su identificación con lo que hacen.

Sin embargo, el peso de las andas de la gestión pública tiene que ser distribuido en responsabilidades funcionales e interactuantes, tiene que existir una legislación precisa y la organización apropiada de los estamentos decisorios, una adecuada preparación con plena identificación de objetivos y una consistente motivación de incentivos laborales para que los “cargadores” asuman la responsabilidad compartida de salir adelante cuando suene el bronce llamando al cumplimiento del deber.

Finalmente, somos fieles creyentes que en octubre hay milagros, y que este año seguiremos el hermoso ejemplo de la Hermandad de las Nazarenas, ojalá los servidores públicos vean en esta organización, una especial proyección de integración y fe.
En tanto, conservemos la confianza que esta alternativa inicie el cumplimiento de un milagro más en este mes que nuevamente se viste de morado.

Por Jaime Reyes León

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