Envenenando a nuestra niñez
Cayó el senderista, terrorista Juan Santos Romero, dizque “instructor de oficio” a la niñez de la práctica criminal del terrorismo. Santos, a su vez, fue buen alumno del genocida abimael guzman reinoso, responsable de la muerte de, al menos, 35,000 peruanos cruelmente asesinados por su banda terrorista, sendero luminoso. Santos Romero, dizque psicólogo de 50 años de edad, nació en Cajamarca. Dicho sea de paso, que mala racha ha tenido esa región, cuna de tantos engendros seguidores de Castillo y su banda de corruptos prosenderistas, ávidos por transformar el Perú en Cuba e instalar, acá, un régimen totalitario sin fecha para dejar el poder. Santos Romero se define como un “luchador irredento” que estaba dedicado de pico y patas a educar -o mejor dicho, a adoctrinar- niños en una escuela que instaló en Trujillo. Engañosamente, esa escuela de marras se llama “semillitas en acción en un mundo de colores” y se ubica en el barrio donde vivían este miserable sendrista y muchos de sus cófrades, adonde asistían hijos suyos, con escasos años de edad, como los del propio Romero.
Este último se daba maña para dirigir la “escuelita” a través de una organización criminal; suerte de ONG dedicada a ese objeto llamada “voluntad transformadora”. Esta era la responsable de traducir los relatos senderistas a un lenguaje adecuado para inocentes niños, a quienes iba dirigido el contenido de la ideología extraída de los libros, mensajes y demás textos pertenecientes al llamado “pensamiento gonzalo”. Esta vil cucaracha, de medio siglo de edad llamada Juan Santos Romero, había estado encarcelada desde 2005 condenada por terrorismo. No obstante, pudo salir de la prisión -mentalmente mucho más envenenado aún que cuando entró- gracias, entre otras alimañas, a Diego García Sayán, en ese entonces ministro de Justicia de Toledo, mandatario imputado por corrupto; pero igualmente gracias a la Comisión/Corte Interamericana de DDHH, sucursales de la OEA (ente lobbista internacional de Pedro Castillo y enemigo del Perú, ahora en democracia). Desde entonces, hasta la semana pasada, el aborto senderista, leal traductor del pensamiento gonzalo, en su versión infantil, envenenaba temerariamente a nuestra niñez sembrándole doctrinas del odio, virus de la venganza y fundamentos para la lucha armada apelando al uso del anfo, de la dinamita y de la metralleta, preparando a los infantes para los futuros baños de sangre en este país, embutiéndoles la letra y la música de himnos y consignas totalitarias y sanguinarias, basadas en el odio de clases y la lucha armada, como una estrategia militar para motivarlos a enfrentar “al enemigo anticominista, antiterrorista, antisenderista”.
¿Alguna palabra de la presidente Dina Boluarte frente a semejante atentado contra nuestra niñez? ¡Cero! ¿Y alguna protesta de las oenege defensoras de los derechos humanos, frente a tamaña conjura contra este principio? ¡Tampoco! ¡La izquierda por sujeto aplaude! El Ministerio de Educación está forzado a trazar políticas para desintoxicar a esa niñez que ha sido envenenada por sujetos como Santos Romero. No hacerlo, convertirá en cómplices del terrorismo a los sucesivos ministros.
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