Espiral de lesa alma

Bello poemario de Luz Ramírez Ojeda. Su lectura nos abre las puertas de un estante lleno de versos para arropar las maravillas cobijadas en el corazón. Es una invitación para formar una ronda, con la belleza de las palabras y los latidos de un corazón que tiene añoranza y esperanza al mismo tiempo, donde el común denominador es alimentar de vida a la vida más allá de los desencantos que en el doloroso camino se puedan experimentar. “Yo no quiero títulos alargando mi nombre, solo un largo beso entre las mejillas lozanas. Yo no quiero el humo enrarecido del transporte, solo despertar con el aire puro de tu cabello en la mañana”. Sus poemas transitan caminos que desnudan con crudeza los rebeldes vaivenes y los funde en hermosos versos.
Agrada respirar mucho más que el aroma de los rocíos en mañanas de primavera. Agrada encontrarse con las savias cultivadas para que la alborada jamás se ahogue y podamos caminar siempre dispuestos a entregar la mitad de nuestro corazón al otro ser aunque este no sea el ser amado. “Y de pronto el amor se hizo rostro en la expresión de un niño ajeno. Y tuve ganas de sonreír para arrancarle una sonrisa; ganas de mirar para limpiarle la mirada; ganas de abrazar para calmar sus ansias”. Cada pasaje de sus escritos está lleno de musicalidad y de reflexiones maduras. En ellos se puede percibir la añoranza por el amor logrado como máximo afán para la vida. Por eso no calla ante la adversidad y lo grita como lo hacen quienes tienen claro el objetivo a dónde arribar. “¿Qué categoría debo crear para este sentimiento que ahueca mi vientre y se columpia en mi memoria, que se alimenta de desdichas y placeres? ¿Qué adjetivo debo darle a tu actitud que ayer ¿Destilaba orgullo y ganas, y hoy oferta veneno en el habla?”. Es una muestra de la contundencia de sus versos que no se somete al silencio.
Si bien es cierto que sus poemas están escritos desde una arista dolida, herida, desde un extremo donde la agonía es pan de cada día, este posee la virtud de ubicarse en el lado opuesto con todo el entusiasmo, la fuerza, pero sobre todo rebosante de energía para enfrentarse a la misteriosa aventura de honrar la vida. Celebro que en la alborada siempre encontremos nuevos libros que nos lleven a celebrar la vida.

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