Éxitos y realidades
La reciente emisión de 9 mil millones de soles en bonos soberanos nuevos y el canje de 20,000 millones de soles de bonos soberanos y bonos globales en dólares con vencimientos cortos por nuevos bonos a largo plazo, son una hábil jugada del ministro de Economía para financiar parte del déficit fiscal mayor al estimado en el presupuesto, con una caída en la recaudación de 4,300 millones de soles a abril, o 5.5% menos que a abril de 2022, y con perspectivas a seguir cayendo en lo que va del año. Es de reconocer que esto no hubiera sido posible si no tuviésemos un buen ranking crediticio con grado de inversión (que Castillo casi perdió), el cual se logró en el 2007 por la reinserción del Perú al mercado financiero internacional iniciado en 1997 durante el gobierno de Alberto Fujimori.
El 9 de junio pasado, la Presidenta Dina Boluarte hizo un discurso de rendición de cuentas al país que tuvo una extensa recopilación de datos y eventos que tuvieron la virtud positiva de recordarnos tiempos más estables cuando los Presidentes hacían su larguísima rendición anual de cuentas al Congreso los 28 de julio, sin los anuncios estruendosos de otrora. Sin embargo la extensa lista de logros nos deja algunas dudas, no solo por su contenido (¿se pueden reparar 79,000 km de canales agrícolas físicamente en 6 meses?) sino por el exceso de optimismo y falta de autocrítica, y de alinear las expectativas de la población con la realidad de la situación económica nacional y mundial en que estamos inmersos.
No cabe duda que el gobierno de Dina Boluarte heredó una situación difícil, y viene haciendo cosas positivas como la pacificación del país y el inicio de generación de confianza en la inversión, pero después de seis meses de gestión necesita darle una visión del país que quiere entregar a los peruanos el 2026, y pisar el acelerador en desarmar el castillismo, hacer reformas que el Perú necesita así como promover con hechos concretos la inversión privada.
También debe dejar de lado algunos hábitos castillistas como meterse en la designación de funcionarios menores en los ministerios, o promover la entrega de lotes petroleros que Petroperú no puede gestionar. Tiene que entender que los burócratas nunca le van a agradecer haberlos colocado, pero tener ministros competentes le van a dar lustre a su gestión.
El Ministerio de Economía debe ser prudente en sus predicciones, 2.5% de crecimiento para el 2023 se ve complicado. Ya el primer trimestre fue negativo en 0.4% y la presencia de El Niño en el segundo semestre no augura bien. La pesca industrial ya perdió una temporada y seguramente la segunda, el sector agrario será golpeado por lluvias en el norte y centro y plagas y pérdidas de producción como el mango y la uva en Piura, así como pérdidas de infraestructura y activos productivos.
Todos los “Niños” han afectado las actividades productivas; los últimos -2.9% del PBI en el 2007/08 y -1.6% en el 2017; pensar lo contrario es ser iluso. Añadido al Niño tenemos una economía mundial recesada pero con visos positivos de recuperación al 2024.
Para entonces debemos de prepararnos, y el Gobierno debe de liderar ese esfuerzo. La baja popularidad no es óbice para hacer cambios y reformas, gobiernos débiles lo han logrado antes, y este cuenta con suficiente apoyo en el Congreso y los peruanos pensantes para lograrlo. Corresponde a Dina Boluarte liderarlo.
Por Ismael Benavides
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.