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Gallina que come huevo…

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Fecha Publicación: 29/05/2023 - 23:00
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Política, según la RAE, es “La actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo”. Asimismo, es “El arte o traza con que se conduce a asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”. Nadie niega que hacer política con mayúscula, en la conducción de los intereses de una nación, sea, entre otras características, el arte de concertar con quienes piensan diferente a uno, para arribar a acuerdos sobre aspectos que, exclusivamente, impliquen concertaciones en bien de la sociedad.

Pero lo que, de ninguna manera, implica hacer Política es que, con el presunto propósito de alcanzar alguna conciliación que beneficie a la sociedad en su conjunto, las partes en discordancia pacten soluciones que convengan solo a una u otra -o a ambas- facción pactante, en lugar de a la sociedad en su conjunto. A la luz de lo que ocurre, con mayor énfasis en estos últimos tiempos.

Hacer política en el Perú ha dejado de ser el arte de conciliar diferencias para lograr el bien común, sino satisfacer las conveniencias de una, de otra o diversas representaciones pactantes. No hace falta ser zahorí para decirlo con todas sus letras que el partido político Fuerza Popular que -cuando menos, nominalmente sique liderando Keiko Fujimori Huguchi- ha mostrado una inusitada, muy sospechosa predisposición para “pactar en beneficio del país”, conciliando posiciones con adversarios políticos hasta hace poco tiempo absolutamente irreconciliables.

La elección del Defensor del Pueblo fue una, y recientemente hemos visto a los fujimoristas concertar una sospechosísima tregua de quince días para definir el futuro de Zoraida Ávalos, la cuestionada ex Fiscal de la Nación y actual fiscal suprema emperrechinada en expectorar a la Fiscal de la Nación Patricia Benavides y volver a asumir ella el cargo. Ávalos ha sido -y sigue siéndolo- un alfil de la cultura caviar criolla, responsable -entre muchísimos perjuicios para la sociedad- del escándalo de favoritismos en el que está envuelto el mayor escándalo que se conozca, en perjuicio al Estado, denominado el “affaire Lava Jato”, a través de dos alfiles suyos, Domingo Pérez Gómez y Rafael Vela Barba.

La semana pasada, el día en que, todo indica, la oposición tenía los votos necesarios para castigar ejemplarmente a la fiscal Ávalos, Fuerza Popular volvió a pactar con la izquierda, esta vez para diferir quince días su voto sobre la controvertida fiscal Zoraida Ávalos. Realmente inexplicable desde todo punto de vista esta actuación del fujimorismo salvo porque, como reza el dicho, “gallina que come huevo, aunque le quemen el pico”.

Es decir, Fuerza Popular habría vuelto a pactar con el diablo, a cambio de conseguir alguna prebenda. Porque, amable lector, salvarle las castañas a Ávalos implica hacerle el mal a la sociedad; y antes bien, implicaría beneficiar a Fuerza Popular a través de un pacto para salvar a Keiko de los innumerables procesos investigatorios contra ella que maneja la Fiscalía que pretende, como es más que evidente, volver a manipular la inefable Zoraida Ávalos.

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