George Washington, el masón libre
Cuando empecé la tarea de escribir sobre la vida del gran George Washington, el masón libre, sabía que tenía que hacer un esfuerzo por encontrar esta parte de la vida del hombre que dio nacimiento a la nación que hoy es Estados Unidos de Norteamérica. Compilar la literatura, en su totalidad en idioma inglés, alrededor de su participación en logias masónicas era muy escasa, así como su correspondencia, mucho se ha escrito sobre él como un masón y los discursos que hizo en las reuniones masónicas durante los años han estado llenos de mitos y leyendas.
Sin embargo, cabe preguntarse, ¿cuáles fueron las causas que lo invitaron para convertirse en un mason? ¿cómo influyó esto en la toma de decisiones en su vida? ¿en sus colegas de armas? ¿en las cartas que escribió? ¿en los hombres en los que confiaba? ¿en su servicio público? ¿en su vida en casa? Al buscar las respuestas a esas preguntas, y más, encontré al hombre que puso en práctica los principios, la filosofía de la francmasonería y el Arte Real. Encontré al hombre, descrito en el sentido moderno, como un genio de lejos, muy por delante de su tiempo. Su coraje, su mente versátil, su corazón comprensivo, su fuerza de voluntad y cuerpo, y su férrea determinación de llevar a la libertad al pueblo estadounidense, son las razones por las que los Estados Unidos ganaron la oportunidad de ser libres.
Como sabemos, en la Constitución de Estados Unidos hay 39 firmas. De ellas, existen suficientes pruebas de que 13 firmantes eran masones y posiblemente otros 7. Los 13 masones firmantes son: Gunning Bedford jr., de Delaware; John Blair, de Virginia; David Brearely, de New Jersey; Jacob Broom, de Delaware; Daniel Carroll, de Maryland; Honathan Dayton, de Nueva Jersey; John Dickinson, de Delaware; Benjamin Franklin, de Pennsilvania; Nicholas Gilman, de New Hampshire; Rufus King, de Massachussetts; James McHenry, de Maryland; William Paterson, de Nueva Jersey, y George Washington, de Virginia, que ingresó en la masonería el año 1753.
Tras la guerra, Washington fue nombrado Presidente en el año 1789 (y reelegido en las presidenciales de 1792) y John Adams su Vicepresidente. La ceremonia de poderes, que se celebró el 30 de abril de ese mismo año, fue marcadamente masónica. El juramento fue tomado por Robert Livingston, Gran Maestre de la Gran Logia de Nueva York. La ceremonia fue dirigida por el también masón, general Jacob Morton. Al candidato le escoltó el general Morgan Lewis, que también era masón. Washington juró la Constitución sobre la Biblia de la Logia nº 1 de San Juan de Nueva York.
Las logias fueron verdaderos transmisores de ideas. La filosofía de David Hume, François Marie Arouet Voltaire y John Locke no hubieran llegado a tantos hombres sencillos de América si no hubiera sido por este tipo de logias. Muchos soldados no se hubieran convertido en defensores de las ideas ilustradas si no hubieran pertenecido a la masonería. Sin embargo, los hermanos de las logias tendrían que enfrentarse entre sí en la revolución americana y poner a prueba su fidelidad masónica y patriótica. La masonería fue la primera organización que permitió la diversidad religiosa de sus miembros. Personas de todas las religiones, incluidos católicos y judíos, ingresaron en las filas de la hermandad. Cuando Washington dejó de la presidencia, legó un programa con reglas masónicas de gobierno y de país. De dichas reglas, podemos decir que “cuando se siguieron, han fortalecido el país; cuando fueron ignoradas, las personas han sido víctimas”. George Washington, el masón libre, fue así.
Por Percy Palomino Marín
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